Después de la cirugía para reparar una lesión de rodilla, llega el momento de la rehabilitación, un proceso que puede ser más o menos largo, a veces incluso tedioso, pero cuyo fin es la recuperación total de la funcionalidad de la articulación y, en el caso de los deportistas la reanudación de la actividad deportiva.
Como es lógico el programa y el tiempo de rehabilitación dependerá del tipo de lesión que haya indicado la cirugía, pues no es lo mismo una intervención de menisco que otra que se ha hecho para reparar una fractura, una rotura de ligamento cruzado anterior o para colocar una prótesis total o parcial. Precisamente, el tipo de lesión determinará el momento en que se debe iniciar la rehabilitación y la forma en que debe hacerse.
En cualquier caso, los objetivos son siempre los mismos: restablecer la movilidad de la rodilla, recuperar el tono y la fuerza muscular que se tenían antes de la lesión que motivado la cirugía y la reincorporación a la actividad habitual.
Por lo general, la cirugía para reparar lesiones de rodilla se realiza mediante una artroscopia. En algunos casos se indicará al paciente la movilización casi inmediata de la articulación, mientras que en otros deberá mantenerla casi inmovilizada o utilizar muletas durante algunos días o semanas para evitar cargar el peso sobre ella. Todo depende del tipo de lesión, al igual que el tiempo de recuperación total, la necesidad de seguir un programa de fisioterapia en el hospital o si es suficiente con una serie de recomendaciones que implican, entre otras cosas, la realización de ejercicios en casa.
Rehabilitación domiciliaria tras cirugía de rodilla
Nos ocuparemos en este post de esta última opción, en la que no es necesario acudir diariamente al fisioterapéutica y la rehabilitación se realiza en casa. En este caso, la artroscopia deja de forma inmediata dos condicionantes importantes: el dolor y la inflamación. Los antiinflamatorios y la aplicación local de frío serán la pauta a seguir para reducirlos.
En lo que respecta al ejercicio físico, los primeros días hay conviene ser prudentes, centrándose en el objetivo de recuperar el equilibrio y la coordinación, sin forzar la rodilla. Los ejercicios hay que hacerlos desde el primer día y son básicamente dos:
- Contracción del cuádriceps: se realiza sentado o acostado, presionando la rodilla sobre la mesa o el suelo y manteniendo la presión durante unos cinco segundos. Se deben realizar tres series de 10 repeticiones en cada sesión.
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Elevación de piernas: también se puede hacer sentado o acostado, según se prefiera. Se trata de elevar unos 30 centímetros la pierna lo más estirada posible y con el pie en ángulo recto, manteniendo la posición durante unos segundos y realizando, como en el caso anterior, tres series de 10 repeticiones.
Es muy posible que se le haya indicado el uso de muletas durante los dos tres primeros días después de la cirugía. Pero debe entenderse que son sólo una ayuda para mantener el equilibrio. Hay que apoyar el pie y moverse en función de las limitaciones que pone el dolor. Una vez que se han dejado las muletas hay que empezar a cargar el peso sobre la rodilla de forma gradual e iniciar ejercicios específicos para movilizar la articulación (flexión y extensión), así como empezar a caminar, primero en casa hasta adquirir seguridad y luego en la calle. Subir y bajar escaleras, con prudencia, será un buen ejercicio para fortalecer la articulación.
Lo siguiente es reanudar la actividad normal y, si antes no se hacía ejercicio, aprovechar la oportunidad para empezar a caminar de manera frecuente. Con ello se logrará la recuperación total.