Los dientes se mueven a lo largo de toda la vida. Tendemos a pensar que los dientes son estructuras anatómicas inmóviles que no cambian su posición, pero así como a través de los años nos cambia la piel, la forma de la nariz y los labios, el pelo, etc, los dientes sufren pequeños movimientos debido a la oclusión, el remodelamiento óseo interno y otros factores.
Independientemente de si hayas llevado ortodoncia o no, de la edad a la que se haya hecho el tratamiento de ortodoncia, o el aparato utilizado (brackets o alineadores), los dientes pueden moverse.
Cuando finaliza el tratamiento programado de ortodoncia y se retiran los arcos y los brackets que configuran los aparatos fijos, se deben utilizar retenedores o férulas para consolidar los resultados obtenidos y evitar que los dientes puedan moverse.
- No comer con ellas puestas, ya que lo más probable es que se rompan.
- En lo referente a las bebidas, debe quitarse siempre que el líquido ingerido no sea agua: refrescos azucarados, zumos, batidos, café, etc. La razón es que puede ocurrir que llegue a su interior algún tipo de residuo, que podría manchar los dientes o dañar el esmalte dental.
- Después de cada comida, incluso si se trata de un picoteo a deshoras o un aperitivo, deben cepillarse los dientes antes de volvérsela a poner.
- Las férulas se deben limpiar con un cepillo blando y jabón neutro, aclarnadolas con agua fría o tibia. Semanalmente se pueden utilizar pastillas efervescentes disponibles en farmacia para la limpieza profeunda de este tipo de aparatos.
- Si al colocar la férula se nota algún tipo de irritación en la encía, se puede suavizar el borde ligeramente valiéndose de una lima de uñas, aunque siempre es mejor acudir al ortodoncista para que la ajuste correctamente.
El ortodoncista ha tenido que fabricar un molde para hacer las férulas, por lo que si una de ellas se rompe o deja de ajustar correctamente, es fundamental notificárselo lo antes posible para que haga una nueva lo antes posible.