La vasectomía se realiza mediante una intervención quirúrgica muy sencilla que se practica con anestesia local. Consiste en hacer dos pequeñas incisiones en el escroto con el fin de cortar los dos conductos deferentes, impidiendo así que los espermatozoides producidos en los testículos no puedan llegar al líquido seminal que se genera en las glándulas seminales y la próstata. Se seguirán produciendo espermatozoides, pero al no tener una salida natural serán absorbidos por el organismo, de modo que en la eyaculación sólo habrá líquido seminal.
No obstante, conviene señalar que tras la realización de la vasectomía aún habrá espermatozoides circulando en el líquido seminal, por lo que la esterilización total no será real en tanto que no se eliminen. Harán falta unas 20 eyaculaciones para que esto ocurra, por lo que será necesario utilizar otro método anticonceptivo durante unos días.
Este método de esterilización masculina es muy segura y apenas tiene complicaciones. es normal que aparezca una pequeña inflamación en la zona de las incisiones y en algunos casos un ligero hematoma. En muy pocos casos (0,4%) puede producirse la recanalización de los conductos deferentes, por lo que será necesaria un seguimiento médico durante los primeros meses con el fin de detectarlo en caso de que ocurra.
Hecha esta salvedad, la vasectomía es un método anticonceptivo que ofrece muchas ventajas, tanto para el hombre como para la mujer. A parte de su elevada fiabilidad evita los riesgos que para la mujer implican el uso de otros métodos com los anticonceptivos orales o la ligadura de trompas. Esta última implica una cirugía abdominal con anestesia general y, por tanto, con mayores riesgos y un proceso postoperatorio más doloroso y lento.
Además, la vasectomía no afecta en absoluto a la sexualidad del hombre. Al contrario, puede disfrutar más de ella, especialmente por la tranquilidad que supone saber que no podrá producirse un embarazo y eliminar la necesidad del preservativo cuando se tiene una pareja estable.