La ausencia del deseo sexual es más frecuente en la mujer que en el hombre, fundamentalmente a causa de las variaciones hormonales que se producen en función de la fase del ciclo menstrual en la que se encuentre, o tras la menopausia. Sin embargo, en muchas ocasiones la pérdida de la libido tiene un origen psicológico o de comunicación entre la pareja, sin que haya necesariamente una asociación a situaciones patológicas concretas. El estrés es otro de los factores que pueden afectar negativamente al apetito sexual, al igual que algunos medicamentos prescritos para el tratamiento de una determinada dolencia.
Es por ello que el tratamiento de esta disfunción sexual implique no sólo la necesidad de un diagnóstico correcto, sino también de identificar su origen. Así, si se trata de un medicamento, su sustitución por otro que cumpla los objetivos terapéuticos puede resolver el problema. Si la pérdida de la libido se asocia a algún tipo de enfermedad, el tratamiento de la misma es posible que logre revertir la inhibición sexual.
Sin embargo, lo más frecuente es que concurran distintos factores en la inhibición del deseo sexual, por lo que siempre es importante la intervención de un psicólogo y/o un sexólogo. Nos ayudará a identificar posibles problemas de convivencia y comunicación en la pareja, una educación sexual inadecuada en alguno de ellos, la posibilidad de que hayan sufrido un trauma sexual en su infancia o incluso que exista una incompatibilidad sexual entre ambos miembros de la pareja.
En todos estos casos la terapia de pareja es una parte esencial del tratamiento de la inhibición del deseo sexual. Su objetivo debe ser, además de mejorar la comunicación y resolver los puntos de conflictividad que se presentan en la convivencia diaria y en las relaciones sexuales, llevarles a explorar los diferentes fases de la actividad sexual: deseo, excitación, orgasmo y resolución. De este modo se puede llegar a abrir un camino para reorganizar la convivencia y encontrar modos de estimular el deseo en la pareja.
Testosterona y deseo sexual
Aunque la testosterona es una hormona tradicionalmente asociada al hombre, lo cierto es que también está presente en el organismo de la mujer y, en ambos casos se relaciona con el mantenimiento del deseo y la respuesta sexual. Se puede comprobar en las mujeres que llegan a la menopausia y que suelen sufrir una caída de la líbido asociada además a otros síntomas que, como la sequedad vaginal, hacen que las relaciones sexuales resulten dolorosas y se agrave la pérdida de deseo.
Actualmente se ha planteado la posibilidad de tratar la pérdida del deseo sexual mediante parches de testosterona. Sin embargo esta posibilidad ha sido ampliamente puesta en tela de juicio por los ginecólogos, esencialmente por dos razones. La primera es que la mejora obtenida en los ensayos clínicos que se han realizado –se pasa de tener tres relaciones sexuales al mes a cinco– no justifica el uso de este tratamiento.
Y menos aún si se tienen en cuenta los posibles efectos secundarios, que son la elevación del colesterol y la masculinización de la apariencia física:
- Desarrollo de la musculatura.
- Acné.
- Vello facial.
- Cambios en la voz.
- En ocasiones, incluso crecimiento del clítoris.
Finalmente, se ha comprobado que el apoyo de un psicólogo o de un especialista en sexología puede ayudar a la mujer menopáusica y a su pareja a encontrar conjuntamente nuevos maneras de disfrutar de las relaciones sexuales y restablecer así el deseo sexual.