Es un hecho de que conforme avanza la edad el riesgo de sufrir una fractura ósea aumenta de manera significativa. La osteoporosis o pérdida de densidad ósea es la base fundamental del problema, pero sin caídas o sin golpes no habría fractura.
El proceso natural de envejecimiento y el aumento de la esperanza de vida hacen que con el tiempo se pierda agilidad, fuerza y sentido del equilibrio, a lo que hay que unir la pérdida de agudeza visual por patologías como las cataratas o la degeneración macular. Todo ello se traduce en un aumento considerable del riesgo de caídas, mientras que la fragilidad ósea determina el riesgo de sufrir una fractura ósea.
Es por estas razones que entre un 5 y un 10% de las caídas que sufren las personas mayores tienen como resultado una fractura ósea, especialmente de muñeca, hombro y cadera o cabeza del fémur, que suelen ser los puntos de impacto habituales. El riesgo de fractura como consecuencia de una caída aumenta hasta un 30% en las personas de más de 80 años.
No obstante, las vértebras también sufren un elevado grado de afectación, especialmente por aplastamiento (no por caídas), lo que deriva en la formación de cifosis (curvatura hacia delante) o escoliosis (curvatura lateral). También es la causa de que se pierda altura con el paso de los años. Este tipo de fractura se produce en un 20% de las mujeres mayores de 50 años, aumentando hasta un 30% a los 65 y un 50% después de los 85. Se pueden producir por golpes de poca intensidad y pasar desapercibidas hasta que aparece el dolor, causando la limitación de movimientos y en ocasiones hacer necesaria la cirugía.
Prevención de las fracturas óseas
Además de prevenir o tratar la osteoporosis, la mayoría de las fracturas óseas no se producirían si se adoptaran una serie de medidas para evitar las caídas. Para ello es importante ser conscientes de las propias limitaciones: pérdida de fuerza y agilidad y aceptar la necesidad de utilizar bastón para compensar la pérdida de equilibrio.
Hay que decir que la mayoría de las caídas y por tanto las fracturas óseas se producen en el domicilio, por lo que es ahí donde se deben adoptar las principales medidas preventivas:
- Quitar las alfombras para evitar tropezar con los bordes.
- Poner asas en el baño.
- Cambiar la bañera por una ducha.
- Iluminar convenientemente la casa y en particular el dormitorio y el baño para distinguir con claridad cualquier obstáculo.
- Evitar actitudes de riesgo, como subirse a una silla para alcanzar objetos situados en zonas altas o realizar tareas de limpieza.
- Si hay escaleras, bajarlas y subirlas apoyándose en el pasamanos, iluminarlas correctamente y asegurar el apoyo correcto del pie en cada escalón.
Pese a todo, la calle es también un escenario frecuente de caídas. Las escaleras, el desnivel entre la acera y la calzada, los escalones para subir al transporte público o los agujeros en el suelo son obstáculos con los que hay que tener mucho cuidado y hacer bueno el dicho de mirar dónde se pisa, para evitar una caída y con ella la posibilidad de que produzca una fractura ósea.