Con el envejecimiento el sistema inmunitario pierde gradualmente su eficacia para detectar y eliminar los agentes infecciosos y las toxinas que llegan al organismo o las células defectuosas, como es el caso de las cancerosas, que se producen en su interior.
Este hecho se traduce en consecuencias muy concretas para la salud:
- El sistema inmunitario tarda más a responder a la intrusión en el organismo de agentes patógenos, por lo que aumenta el riesgo de infecciones. De ahí, por ejemplo, que se recomiende a las personas mayores vacunarse contra la gripe o el neumococo.
- Pueden surgir enfermedades autoinmunes, que se caracterizan porque el sistema inmunitario no reconoce las células del propio organismo y las ataca, destruyendo tejidos sanos.
- La curación y recuperación de determinadas enfermedades es más lenta.
- La capacidad del sistema inmunitario para detectar y corregir defectos celulares también se reduce, lo que puede generar un aumento del riesgo de desarrollar un cáncer.
Prevención del deterioro del sistema inmunitario
Pese a que es un proceso propio del envejecimiento cabe adoptar una serie de hábitos saludables que permiten frenar el deterioro del sistema inmunitario e incluso reforzarlo:
- Dejar de fumar.
- Hacer mucho ejercicio.
- Tener una alimentación saludable.
- No consumir alcohol
Además de estas medidas, vacunarse contra la gripe y la neumonía, entre otras posibles infecciones, puede evitar este tipo de procesos infecciosos, que revisten una mayor gravedad en las personas mayores. También es importante tomar medidas para evitar caídas y lesiones, ya que la debilidad del sistema inmunitario hará que la recuperación de las mismas se prolongue.