Las altas temperaturas pueden tener efectos graves en la salud, especialmente en personas mayores. El golpe de calor en adultos mayores es una emergencia médica que, si no se detecta y trata a tiempo, puede poner en riesgo la vida. Conocer los síntomas del golpe de calor y saber cómo prevenirlo es básico para actuar a tiempo, especialmente durante las olas de calor que se producen cada verano en España.
¿Qué es un golpe de calor?
El golpe de calor es una alteración grave de la regulación térmica del cuerpo. Se produce cuando la temperatura corporal se eleva de forma brusca y el organismo no consigue enfriarse adecuadamente, normalmente por una exposición prolongada al calor extremo, una actividad física excesiva o una combinación de ambas.
Cómo actúa el calor extremo en el organismo
Cuando el cuerpo se sobrecalienta, intenta eliminar el exceso de calor a través de la sudoración. Pero en condiciones extremas, temperaturas muy altas, humedad elevada, falta de ventilación o deshidratación, este mecanismo falla. La temperatura interna puede superar los 40 °C, afectando al sistema nervioso, al corazón, a los riñones y a otros órganos vitales. En personas mayores, el riesgo se multiplica por los cambios que el envejecimiento produce en la respuesta termorreguladora del cuerpo.
Síntomas del golpe de calor en adultos mayores
Detectar a tiempo los síntomas del golpe de calor en adultos mayores es clave para evitar complicaciones graves. Los signos pueden aparecer de forma progresiva o repentina, y es importante no subestimarlos.
Signos físicos y neurológicos más comunes
Los síntomas más frecuentes incluyen:
- Temperatura corporal muy elevada (por encima de 39-40 °C)
- Piel seca, enrojecida y caliente al tacto (sin sudor)
- Dolor de cabeza intenso, náuseas o vómitos
- Pulso acelerado y respiración agitada
- Sensación de debilidad o fatiga extrema
- Calambres musculares
En la tercera edad, también pueden aparecer alteraciones cognitivas como confusión, somnolencia, dificultad para hablar o comportamientos inusuales. Estos cambios pueden confundirse con otros problemas neurológicos, pero durante los días de calor es importante considerarlos como señales de alerta.
Cuándo acudir a urgencias
Si una persona mayor presenta algunos de estos síntomas, hay que actuar con rapidez. Es vital bajar su temperatura corporal con paños húmedos, ventiladores o duchas de agua templada, mientras se espera atención médica. No hay que esperar a que se agraven los síntomas. En caso de pérdida de conciencia, convulsiones o respiración irregular, se debe acudir directamente a urgencias o llamar al 112.
Factores de riesgo en personas mayores
El calor en personas mayores tiene efectos más peligrosos que en otros grupos de edad. Esto se debe a varios factores fisiológicos, médicos y ambientales.
Edad, enfermedades crónicas y medicamentos
Con el envejecimiento, el cuerpo pierde eficiencia para regular la temperatura y percibir el calor. Además, muchas personas mayores padecen enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes, insuficiencia cardíaca) que aumentan la vulnerabilidad ante el calor.
Ciertos fármacos, como los diuréticos, antihipertensivos o tranquilizantes, también interfieren en la respuesta del cuerpo al calor, favoreciendo la deshidratación o alterando el control de la sudoración.
Ambientes sin ventilación y falta de hidratación
Vivir en pisos interiores, con escasa ventilación o sin aire acondicionado, eleva considerablemente el riesgo de golpe de calor. Si a esto se suma la falta de ingesta de líquidos, el riesgo se multiplica.
Muchos ancianos no sienten sed con la misma intensidad, lo que les lleva a beber menos de lo que necesitan. Mantener una buena hidratación es esencial, incluso aunque no tengan sensación de sed.
Prevención del golpe de calor en personas mayores
La mejor forma de proteger la salud es prevenir. Evitar el exceso de calor, mantener una buena hidratación y adaptar el entorno pueden reducir significativamente el riesgo de sufrir un golpe de calor.
Hidratación y alimentación adecuada
Beber agua de forma regular, incluso sin sed, es la medida más importante. Además, se pueden incluir líquidos a través de infusiones frías, caldos suaves o frutas con alto contenido de agua como el melón o la sandía. Evitar el alcohol, la cafeína o las bebidas azucaradas también ayuda a mantener el equilibrio hídrico.
En cuanto a la alimentación, es preferible optar por comidas ligeras, frescas y fáciles de digerir. Las sopas frías, las ensaladas y las frutas son buenas aliadas durante los días de calor.
Recomendaciones durante olas de calor
Durante los días más calurosos, es importante seguir una serie de pautas para reducir la exposición al calor:
- Permanecer en lugares frescos y ventilados, evitando salir en las horas centrales del día
- Usar ropa ligera, holgada y de colores claros
- Cerrar persianas durante el día y ventilar por la noche
- Evitar actividades físicas intensas o desplazamientos innecesarios
En los centros de Sanitas, estas medidas se aplican de forma protocolizada, asegurando espacios climatizados y hábitos adecuados para proteger a las personas más vulnerables.
Cómo acondicionar el hogar para reducir el riesgo
El entorno juega un papel clave. Adaptar el hogar para que sea un espacio fresco y seguro durante el verano es fundamental. Se recomienda:
- Instalar ventiladores o aparatos de aire acondicionado
- Disponer de termómetros visibles para controlar la temperatura ambiente
- Facilitar el acceso al agua en todas las estancias
- Eliminar alfombras o textiles gruesos durante la época estival
En residencias y centros de día, la infraestructura está pensada para ofrecer un ambiente saludable durante todo el año, especialmente en los meses de calor intenso.
El golpe de calor en personas mayores puede prevenirse con información, vigilancia y apoyo. Reconocer los síntomas y actuar con rapidez puede salvar vidas.