La pérdida de apetito en las personas mayores, a la que se conoce como hiporexia, no debe considerarse nunca como algo propio de la edad o un capricho, pues puede ser un síntoma propio de alguna enfermedad más o menos grave, aunque en muchas ocasiones no se pueda encontrar la causa o ésta se deba a que la persona está inmersa en una situación de tristeza, soledad, depresión o ansiedad.
Así, de la misma manera que puede ser consecuencia de una enfermedad, la pérdida de apetito puede causar un estado de desnutrición que abra la puerta a una enfermedad o agrave las ya existentes, por lo que siempre debe tomarse como un signo de alarma.
Son numerosas las enfermedades que pueden cursar con una pérdida de apetito:
- Determinados tipos de cáncer: páncreas, colon, estómago u ovario.
- Enfermedad hepática crónica.
- Insuficiencia renal crónica.
- EPOC.
- Demencia.
- Insuficiencia cardíaca.
- Hepatitis.
- Uso de ciertos medicamentos, como los tratamientos de quimioterapia, la codeína o la morfina.
Es obvio, por tanto que la pérdida de apetito debe motivar una rápida consulta con el médico para determinar el origen del problema. Si la enfermedad que produce la produce puede ser tratada, el apetito se recuperará con el tratamiento.
Pero en cualquier caso estas personas necesitan un estrecho seguimiento médico y la adopción de una serie de medidas encaminadas a asegurar que coman correctamente, más que en cantidad, en calidad nutricional con el fin de evitar la desnutrición:
- Llevar un registro de lo que comen y beben durante las 24 horas del día.
- Procurar que nunca estén solos cuando comen y vigilar que lo hacen.
- Puede aumentarse el número de comidas al día para asegurar una alimentación adecuada y evitar que se sacie rápidamente.
- Hacerle sus platos preferidos para estimular su apetito.
- Elaborar alimentos que en pequeñas porciones aporten mucha energía y nutrientes, como pueden ser los purés en los que se incluya verduras, carne y pescado.
- Evitar los alimentos con poco valor energético.
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También se puede recurrir al uso de suplementos nutritivos y proteicos especialmente elaborados para este fin. Pero esto debe determinarlo un médico.