No existen dos bocas iguales. Cada persona tiene unas características y problemas de alineación y mordida distintos. Por eso, y antes de comenzar tu tratamiento, tu ortodoncista debe hacerte un estudio de ortodoncia previo, para establecer un diagnóstico con la mayor precisión posible. En función de la información obtenida, trabajará para definir el plan de tratamiento 100% personalizado que mejor se ajuste a tus necesidades.
Un estudio de ortodoncia engloba una serie de pruebas y análisis, no solo de tus dientes, sino también del maxilar y la mandíbula: las estructura óseas que los sustentan. Este estudio de los huesos es esencial para analizar tu mordida y detectar la causa de los posibles problemas de oclusión.
Pruebas de un estudio de ortodoncia
En ocasiones especiales, son necesarias más pruebas, pero lo más habitual es que un estudio de ortodoncia conste de los siguientes elementos:
- Radiografía lateral del cráneo o cefalometría: Se trata de una radiografía “de perfil”, que permite al ortodoncista conocer si las proporciones del cráneo son las adecuadas, y si los ángulos y distancias entre diversos puntos del cráneo y estos con los dientes, son las correctas.
- Radiografía panorámica u ortopantomografía: Se trata de una radiografía frontal, donde se toma una imagen de todas tus piezas dentales además de parte del cráneo como senos maxilares, articulaciones temporomandibulares… Permite conocer el estado de tus coronas, raíces dentales y el tejido óseo de tu maxilar y mandíbula. Con ella, es posible conocer mucha información que puede pasar desapercibida a simple vista, como problemas de desarrollo dental o las muelas del juicio. Cuando en una ortopantomografía se detectan problemas especiales, como caninos incluidos (que no han erupcionado en la encía) o molares en posiciones anómalas, también suele recurrirse al TAC dental, que permite conocer con todo detalle la anatomía de las partes blandas de la boca del paciente.
- Estudio fotográfico. Asimismo, el ortodoncista toma fotografías de la cara del paciente, para estudiar las proporciones del rostro y cómo las malposiciones, problemas de oclusión… afectan a la cara del paciente. Normalmente suelen sacarse tres fotos extraorales: frontal, frontal sonriendo y lateral. Del mismo modo, se sacan fotos del interior de su boca, para complementar la información del resto de pruebas para el diagnóstico. Con el tiempo, el estudio fotográfico también servirá para ir comprobando la evolución del tratamiento de ortodoncia y si están siendo efectivas las acciones que se contemplaron en el plan de tratamiento.
- Toma de modelos. Además de las imágenes, el ortodoncista necesita una réplica a escala real de la boca del paciente, para trabajar con mayor comodidad y hacerse una idea visual clara de formas y distancias. Para sacar un modelo, el paciente muerde una masilla a base de alginato, donde deja la impresión de sus dientes. A partir de esta huella, el odontólogo construye una réplica a escala real la boca del paciente, para poder estudiarla con tranquilidad.
Estudio de la información y plan de tratamiento
Con todas estas pruebas, el ortodoncista se hace una composición de lugar precisa y completa de los problemas del paciente y establece un plan de acción para solucionarlos: qué espacios necesitan abrirse y si son tan acusados como para necesitar extracciones, en caso de los apiñamientos, cómo se corregirá la mordida… Todo con el fin de ofrecerte el mejor tratamiento para ayudarte a sacar tu mejor sonrisa.