El quiste dental, además de ser relativamente frecuente, supone una alteración de carácter benigno y fácil de tratar. Sólo en algunos casos, bien por el tamaño del quiste o por el tipo de tejido afectado podría ocasionar la pérdida del diente, de parte del tejido óseo circundante o incluso invadir estructuras próximas.
En la mayoría de ocasiones el quiste dental suelen ser consecuencia de la extensión de una infección del diente y el hueso en el que está implantado a zonas adyacentes. El objetivo terapéutico se centra en su eliminación quirúrgica, tratando de evitar la extracción de la pieza dental afectada y procediendo a la reconstrucción de la misma.
No obstante, el tratamiento quirúrgico del quiste dental será diferente en cada caso, atendiendo a su tamaño, su origen, la extensión de la zona afectada (dientes vecinos), el estado del diente y de la endodoncia, etc. Esta valoración suele realizarse a partir de una imagen radiológica obtenida por escáner.
En función de estos factores, además de la extirpación del quiste, es posible que sea necesario realizar una endodoncia o una nueva endodoncia si ya se había hecho con anterioridad, restaurar la pieza dental (con sellado de la misma), o, en caso de que no puedan ser salvados, extraer el diente o los dientes afectados por el quiste. Lo importante es evitar que el quiste vuelva a producirse.

El procedimiento quirúrgico para la extracción del quiste dental es rápido (20-30 minutos) y se realiza bajo anestesia local, por lo que resulta indoloro, si bien el postoperatorio se caracteriza por la existencia de un edema, algunas molestias, leves y la necesidad de seguir una dieta blanda durante unos pocos días.