El momento en que se debe incorporar los alimentos con gluten a la dieta del bebé siempre ha sido motivo de controversia, y continúa siéndolo. A quien recomienda hacerlo no antes de los ocho meses de edad, mientras que las recomendaciones más recientes, emanadas de un estudio realizado a tal fin, sitúan en los cuatro meses la edad más propicia. Quizás por ello, las autoridades sanitarias pediátricas se han situado en el término medio, es decir, en los seis meses.
Ni los estudios realizados ni sus críticos, que aducen errores metodológicos o inconsistencia en la investigación para rebatirlos, se ponen de acuerdo. Sin embargo, la Academia Americana de Pediatría ha aportado un argumento de peso en el que parece que las diversas corrientes comienzan a confluir.
La cuestión es, y en esto sí que parece que hay consenso, que la lactancia materna protege al bebé frente a la enfermedad celiaca, evitando que desarrolle una intolerancia al gluten. Y es por esta razón por lo que esta organización pediátrica considera que lo importante no es el momento en que los alimentos con gluten deben incorporarse a la dieta del bebé, sino que debe hacer en tanto la madre continúe dándole el pecho, ya que de este modo se minimizaría las posibilidades de que el niño desarrolle la enfermedad celiaca.
En este punto surge otra polémica no menos importante: cuándo debe interrumpirse la lactancia materna. Hasta no hace mucho las recomendaciones internacionales establecían el límite recomendado en los seis meses. Sin embargo, los estudios más recientes abogan por hacerlo a los cuatro meses, ante el supuesto riesgo de si se sobrepasa este límite existe un mayor riesgo de que el bebé sufra enfermedades respiratorias del tracto inferior, otitis media, y diarrea. De ahí también la recomendación más reciente (2013) de algunos científicos de comenzar a incorporar los alimentos con gluten de forma gradual a partir de los cuatro meses de edad, aunque, todo hay que decirlo, sólo el 40% de los bebés españoles mantienen la lactancia materna a los cuatro meses, tras la incorporación de la madre a la actividad laboral y las dificultades existentes para continuar la lactancia mientras se trabaja.
Si no se ha optado por la lactancia materna, no hay evidencias que indiquen cuál es el mejor momento para dar el paso de incorporar los alimentos con gluten, aunque criterio más aplicado es hacerlo entre los cuatro y los seis meses.