Hay que diferenciar claramente entre la afonía, que se da cuando no se oye al bebé cuando trata de llorar, reír o hacer ruidos, de la disfonía o ronquera en la que sí es capaz de emitir sonidos.
Un bebé puede estar ronco después de un llanto excesivo y duradero. Pero lo importante es siempre constatar si existen o no otros síntomas asociados, como fiebre, tos, mucosidad nasal o dificultad para respirar, pues en tal caso podría no ser una simple irritación mecánica de las cuerdas vocales, sino deberse a una infección de las vías respiratorias (laringitis o laringotraqueitis), por algún tipo de respuesta alérgica, la exposición a los vapores de sustancias irritantes o porque tiene reflujo gastroesofágico.
En realidad, la disfonía suele ser la antesala de la afonía, que supone la pérdida completa de la voz y se produce por la inflamación excesiva de las cuerdas vocales, lo que las impide vibrar correctamente, distorsionando el sonido e impidiendo el mismo.
Si se trata de un trastorno mecánico el tratamiento se limitará a procurar que el niño no llore, que repose la voz y, si el pediatra lo considera necesario, la administración de un antiinflamatorio. También será conveniente mantener la garganta bien hidratada, por lo que deberá ingerir mucho líquido, evitar que esté en ambientes cargados y mantener un conveniente grado de humedad ambiental en su habitación para lo que se puede utilizar un humidificador.
Lo más frecuente es que la afonía se deba a un llanto intenso y prolongado. Pero si existen otros síntomas como los mencionados anteriormente o la afonía se mantiene a pesar de los cuidados habrá que acudir al pediatra para que éste realice las pruebas necesarias para determinar la causa.
No hay que olvidar en ningún momento que los casos más graves de afonía pueden derivar en lesiones de las cuerdas vocales, como nódulos o pólipos, razón por la que es imprescindible la visita al pediatra. Pero también porque este problema puede ser síntoma de un proceso asmático, que es necesario controlar desde el primer momento.
Además, como es lógico, el tratamiento dependerá de cuál sea la causa. Ya se ha mencionado el que se debe seguir cuando el problemas es mecánico o incluso si se debe a un catarro leve. Si se trata de una infección u otro tipo de enfermedad habrá que seguir el tratamiento correspondiente, pero sin olvidar seguir las mismas pautas para el cuidado de las cuerdas vocales que se han indicado para la disfonía irritativa.