Inicialmente el tratamiento de varices se centra en el objetivo de aliviar los síntomas, evitar posibles complicaciones y, en la medida de lo posible, mejorar su aspecto a la vista. Para ello se recomiendan cambios en el estilo de vida y el uso de medias de compresión. Sin embargo, puede llegar un momento en que el dolor sea intenso, que las varices se hagan demasiado grandes y presentes riesgos de complicaciones o que su aspecto sea antiestético y cause problemas de autoestima en el paciente. Es entonces cuando se plantea la posibilidad de llevar a cabo una intervención quirúrgica con el fin de eliminar las varices. Y para ello existen diferentes técnicas:
- Flebectomía o stripping: es la técnica más antigua, aunque en la actualidad está cayendo en desuso al haberse desarrollado otras menos invasivas y con menores riesgos de complicaciones. Se realiza bajo anestesia (local, epidural o general, en función de su tamaño) y básicamente consiste en el arrancamiento y extracción de las varices mediante una agujas a través de unas incisiones. Puede llegar a tener que eliminarse las venas safenas (interna y externa) y requiere por lo general de dos a tres días de hospitalización, 5-10 días de reposo absoluto y entre 15 días y un mes de baja laboral. En un 20% de los casos las varices vuelven a reproducirse.
- CHIVA: su denominación responde al acrónimo de conservación hemodinámica de la insuficiencia venosa ambulatoria. La cirugía se centra en los puntos que originan las varices y que previamente se han identificado mediante una prueba de ecodopler, lo que permite una cirugía mínimamente invasiva en la que se preservan las venas safenas para asegurar el drenaje venoso. En este caso se recomienda caminar inmediatamente después de salir del quirófano, mientras que el momento de reincorporación al trabajo dependerá de la extensión de las varices y el número de incisiones que se hayan realizado para su extracción. El paciente deberá someterse a revisión al menos una vez al año.
- Escleroterapia: esta técnica consiste en inyectar una espuma especial en el interior de la vena varicosa para ocluirla mediante un proceso de irritación causando una trombosis y un espasmo que hace que las paredes se contraigan y se sequen, quedando selladas y sin función. La intervención no requiere anestesia y puede completarse el tratamiento en diferentes sesiones, tras las cuales el paciente debe llevar unas medias de compresión durante unas semanas.
- Endoláser o radiofrecuencia: tras realizar una pequeña incisión se introduce en la vena varicosa un catéter en cuyo extremo se encuentra un dispositivo de luz láser o de radiofrecuencia cuya liberación de energía quema la parte interior de la vena, provoca la coagulación de la sangre y posteriormente la retracción de las paredes, causando así su oclusión o su fibrosis.