Una de las consecuencias más frecuentes de las piernas cansadas es la inflamación de los tobillos y los pies, aunque puede afectar también a pantorrillas y muslos. Y ello puede deberse a diferentes causas, entre las que cabe destacar:
- Enfermedades cardíacas.
- Sobrepeso.
- Insuficiencia venosa o linfática de las piernas.
- Excesivo calor, que favorece la vasodilatación de las venas periféricas.
- Retención de líquidos.
Es evidente que será necesario tratar la causa que favorece la hinchazón de las piernas, pero en cualquier caso deberán adoptarse una serie de medidas que reducirán de forma significativa la posibilidad de que esto suceda:
- Realizar al levantarse una tabla de ejercicios específicos indicados por el médico.
- Utilizar medias compresivas de las que se venden en farmacias, con el fin de favorecer el retorno venoso.
- Perder peso.
- Elevar los pies de la cama unos 20 centímetros, de modo que los pies queden siempre ligeramente por encima del corazón.
- Evitar la inmovilidad durante demasiado tiempo, sea estando sentados o en pie.
- Practicar ejercicio de forma habitual (caminar, nadar, ir en bicicleta) para favorecer la circulación de la sangre.
- Si se notan las piernas cansadas o se inflaman los tobillos, poner los pies en alto, siempre por encima del corazón.
- Seguir una dieta baja en sal para evitar la retención de líquidos.