La artrosis avanzada es la una causa para decidir realizar una intervención quirúrgica para colocar una prótesis de rodilla. Se suele realizar en personas mayores de 60 años, ya que su la duración media de las mismas oscila entre los 15 y 20 años, plazo tras el cual la mayoría de ellas deberán ser reemplazadas.
Los criterios que determinan que una persona con artrosis es subsidiaria de este tipo de intervención se determinan fundamentalmente en el modo en que la enfermedad afecta a su calidad de vida o la medida en que le impide realizar las actividades cotidianas más comunes, ya sea por el dolor o por haber limitado su capacidad de movimientos. Como es obvio, también se tiene en cuenta el hecho de los tratamientos anteriores no han funcionado.
La operación dura unas dos horas y se realiza bajo anestesia total. Al tratarse generalmente de personas mayores en las que suele darse la comorbilidad y la polimedicación, además de los riesgos inherentes a cualquier cirugía, hay algunos que adquieren una mayor relevancia, como son la posibilidad de sufrir una trombosis o problemas respiratorios o incluso un infarto o accidente cerebrovascular en el transcurso de la propia intervención.
Es por eso que la preparación a la cirugía requiere evaluar la medicación que se está tomando con el fin de suspender aquellos fármacos que puedan interferir con el normal desarrollo de la intervención, como es el caso de los anticoagulantes, y tener en cuenta las patologías asociadas en cada caso.
Tipos de prótesis de rodilla
La elección del tipo de prótesis dependerá de si la artrosis afecta sólo a una parte de la rodilla o la totalidad de la misma. No siempre es necesario cambiar toda la rodilla, sino que a veces basta con sustituir la parte de la articulación que está dañada. Teniendo ello en cuenta, existen tres tipos de prótesis:
- Prótesis unicondilar: permiten reemplazar únicamente la parte de la rodilla que está dañada.
- Prótesis total de superficie: se utilizan para sustituir por un disco de polietileno todo el cartílago que recubre la superficie del fémur. Este disco se sustenta sobre una placa metálica que se fija a la cabeza de la tibia.
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Prótesis total rotacional: se remplaza la totalidad de la articulación y es la más adecuada cuando además de la existencia de artrosis los ligamentos que sujetan la rodilla no se encuentran en buenas condiciones para realizar correctamente su función. La prótesis se fija al fémur y la tibia mediante vástagos que se insertan en cada uno de los huesos.
En lo que respecta a los materiales las prótesis de rodilla suelen tener partes metálicas y de plástico, aunque en la actualidad han surgido otras opciones, como las que se fabrican íntegramente de metal o cerámica y las que complementan la cerámica y el plástico.
El tiempo de hospitalización después de la implantación de la prótesis de rodilla es de 3 a 5 días, aunque se exigirá al paciente que empiece a moverse prácticamente desde el primer día. El tiempo necesario para la recuperación total es muy variable, dependiendo de cada paciente, y puede oscilar entre los tres y doce meses, requiriendo rehabilitación. En cualquiera de los casos, el resultado final es excelente y supone una gran mejora de la calidad de vida y la movilidad de los pacientes.