La tomografía axial computarizada (TAC), popularmente conocida como escáner por el aparato que se utiliza para su realización, es una técnica de diagnóstico por imagen en la que se utiliza radiación X para obtener imágenes de cortes sucesivos del órgano o la zona del cuerpo que se desea analizar. En realidad, lo que se obtiene es una imagen tridimensional al realizar, tanto la fuente de radiación como los receptores de la misma, movimientos de rotación alrededor del cuerpo, proporcionando imágenes sucesivas que luego son procesadas y ordenadas por un sistema informático.
La tomografía axial computarizada se utiliza habitualmente como sistema diagnóstico en oncología, con el fin de estudiar la localización y extensión del tumor, así como la posible existencia de metástasis. Además, es esencial para planificar correctamente las sesiones de radioterapia en el tratamiento del cáncer. Otro de sus usos más frecuentes la detección de posibles lesiones cerebrales, ya sea en caso de traumatismos craneoencefálicos, ictus, Alzheimer, etc.
Finalmente, una de sus utilidades más relevantes se da en situaciones de emergencia, ya que permite detectar en muy poco tiempo lesiones, hemorragias internas y otros problemas que pueden ayudar a salvar la vida del paciente.
El escáner con el que se realiza la tomografía axial computarizada puede describirse como un túnel en el que se introduce la camilla en la que está el paciente y que contiene detectores en toda su circunferencia. La camilla avanza progresivamente por ese túnel mientras se produce la emisión de radiación y la consiguiente captación de imágenes, en función de la zona del cuerpo que se desea explorar. En ocasiones puede ser necesario el uso de un líquido de contraste que se inyecta al paciente por vía intravenosa. Esta prueba se puede realizar incluso si el paciente tiene implantados cualquier tipo de dispositivos: marcapasos, prótesis, etc.
El proceso es rápido y la nitidez de las imágenes obtenidas es la máxima que en la actualidad se puede lograr, hasta el punto de que se puede visualizar hasta el menor de los detalles: huesos, tejidos blandos y vasos sanguíneos al mismo tiempo. Esto permite en muchas ocasiones evitar otras pruebas diagnósticas. Asimismo, puede proporcionar imágenes radiológicas en tiempo real, lo que permite utilizar el escáner como guía de procedimientos como una cirugía exploratoria.
Aunque después de someterse a una tomografía axial computarizada no quedan restos de radiación en el organismo y en general los rayos X utilizados no producen efectos secundarios, está prueba no se recomienda en mujeres embarazadas salvo que exista un riesgo potencial para el feto o en situaciones de emergencia médica que lo hagan necesario. Asimismo, las madres que están amamantando a las que se realiza esta prueba con contraste deberán esperar 24 horas antes de volver a darle el pecho a su bebé.
En el caso de los niños, las recomendaciones oficiales establecen que no deben ser sometidos a una tomografía axial computarizada a no ser que sea estrictamente necesario para un diagnóstico preciso, dada su mayor sensibilidad a la radiación.