Hablar de la higiene ocular va más allá de la limpieza frecuente y de forma adecuada de los párpados y las pestañas. También hay que contemplar una serie de medidas ambientales y de cómo trabajar con los ojos, que ayudan a mejorar el bienestar visual:
- Ambiente: se debe trabajar en ambientes aireados (un ambiente caluroso puede provocar cansancio ocular) y siempre que sea posible enfrente de algún espacio abierto.
- Iluminación: la iluminación no debe ser ni demasiado fuerte ni demasiado floja. Es aconsejable trabajar con una luz ambiental y otra más potente dirigida al objeto de trabajo, evitando la iluminación directa sobre los ojos y las sombras, pues producen fatiga ocular.
- Distancia: el material de trabajo debe estar a 35-40 cm.
- Inclinación. El material de trabajo se debe inclinar unos 20 grados para eliminar posibles reflejos.

- Descanso: durante cada hora de trabajo se debe descansar un mínimo de 5 a 10 minutos.
- Visión lateral: siempre que se realice con los ojos un trabajo de fijación, como conducir, leer o ver la televisión, conviene tener siempre presente todo aquello que nos rodea (visión lateral).
- Ver la televisión: hay que verla con la luz encendida, sentados y a una distancia de aproximadamente siete veces el tamaño de la pantalla.
- Fatiga ocular: si en algún momento se siente fatiga ocular, se debe interrumpir la actividad y no continuar forzando la vista.
Limpieza ocular
Los párpados, las pestañas y el líquido lagrimal protegen al ojo de la desecación y de los cuerpos extraños. El hecho de que la piel de los párpados sea muy fina y apenas tenga tejido adiposo hace que ésta pueda volverse áspera, hincharse o secarse. Por eso necesita un cuidado especial, eliminando cuidadosamente el maquillaje y las legañas al despertar, utilizando un baño oftálmico y toallitas especiales, poniendo especial atención a los lagrimales y el borde de los párpados.
De este modo se evitará un posible daño en la córnea, así como posibles infecciones. La higiene ocular es especialmente importante en situaciones de fatiga ocular o cuando se ha producido una parálisis facial con pérdida de la motilidad de los párpados. También lo es en los bebés, que son más propensos a sufrir infecciones oculares.