Tanto la diabetes como el cáncer son enfermedades muy frecuentes y ambas están influenciadas por factores tanto genéticos como ambientales. En relación con los ambientales, hay que señalar que se necesitan años de exposición a los mismos para que se llegue a producir la enfermedad, por lo que resulta difícil estudiar su influencia y cuándo ésta es significativa frente al riesgo de padecer una enfermedad determinada. Sin embargo, hace tiempo que los investigadores se centran en la hipótesis de que la diabetes induce un aumento de ciertos tipos de cáncer.
Tanto la diabetes como el cáncer son enfermedades prevalentes cuya incidencia está en aumento globalmente. Desde hace más de 50 años los médicos han venido informando sobre la existencia de pacientes que padecían de forma simultánea diabetes y cáncer. Estudios recientes señalan que los riesgos relativos inducidos por la diabetes son mayores (aproximadamente el doble o más) para el cáncer de hígado, páncreas y endometrio y menores (aproximadamente 1,2-1,5 veces más) para el cáncer de colon y recto, mama y vejiga, mientras que el cáncer de próstata es menos frecuente en hombres con diabetes.
Sin embargo, son pocos los estudios que se han realizado para investigar el porqué de esta mayor incidencia de determinados tipos de cáncer en las personas con diabetes. En la actualidad se cree que los niveles elevados de insulina en sangre (hiperinsulinemia) que caracteriza al periodo anterior a la aparición de la diabetes, junto a la de otros péptidos similares, estimulan determinados procesos metabólicos que favorecen la proliferación celular y, por tanto, el desarrollo de un cáncer.
Estas hipótesis también contemplan la persistencia durante años de niveles elevados de glucosa en sangre (diabetes no diagnosticada o no controlada) y el mayor grado de inflamación de los diabéticos. En este caso, el término inflación debe aplicarse a la ganancia de peso corporal y, por tanto a la obesidad. De hecho, las investigaciones más recientes empiezan a considerar la obesidad como una enfermedad inflamatoria.
De este modo, la obesidad parece significarse como un punto de referencia a partir del cual la diabetes puede convertirse en el desencadenante de un proceso tumoral. Hay que tener en cuenta que más de la mitad de las personas con diabetes tipo 2 (aproximadamente el 95% de los diabéticos) son obesas y que el 80% tiene también asociada hipertensión arterial. La diabetes afecta en España al 13,8% de la población mayor de 18 años y su frecuencia aumenta con la edad.
Desde esta perspectiva, se empieza a sospechar que el control de los factores de riesgo cardiovascular podría servir para evitar el inicio de un cáncer. Sin embargo, la mitad de los pacientes no tienen controladas sus glucemias, la mayoría de los diabéticos tipo 2 siguen siendo obesos, muchos mantienen su hábito tabáquico y no cambian sus hábitos de vida hacia una dieta adecuada y un aumento del ejercicio físico. Además, apenas la mitad de ellos mantienen niveles adecuados de presión arterial y de lípidos en sangre (colesterol). Todos estos datos proceden del estudio di@betes, promovido por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).