Los lunares pueden ser muy diferentes en tamaño, forma, color y volumen. Pueden ser planos o sobresalir sobre la superficie de la piel. Los hay rosados, marrones, negros, azulados o presentar diferencias de pigmentación. En cuanto a la forma, son redondos u ovolados -generalmente simétricos-, o de forma irregular. Pueden ser grandes o pequeños. Incluso los hay con pelos.
Quien más y quien menos, todos tenemos algún lunar. Puede haberlos al nacer, pero la mayoría aparecen antes de los 20 años, aunque siguen haciéndolo generalmente hasta los 40. La mayoría de lunares cambian lentamente con el tiempo, ya sea por la exposición al sol, o por otros factores como puede ser la acción de algún medicamento (cortisona o anticonceptivos), el embarazo o la pubertad.
Pero lo importante es que hay algunos lunares que tienen una mayor predisposición a malignizarse y convertirse en el foco de un cáncer de piel. Éste es, por ejemplo, el caso de los lunares de nacimiento o los llamados nevus displásicos, a los que hay que vigilar de manera especial.
Los nevus displásicos se caracterizan porque suelen tener un tamaño superior a 0,5 centímetros, no tienen un color uniforme, sino que son más oscuros en el centro y se aclaran en los bordes, y tienen una forma irregular y asimétrica.
La autoexploración de estos lunares (cada tres meses) permitirá detectar cualquier cambio que se produzca en ellos: tamaño, forma o color; si sangra, pica o duele; o es nuevo. Si se produce cualquiera de estas circunstancias habrá que consultar con un dermatólogo para que éste determine si es necesario o no eliminarlos.
La exposición al sol de los nevus displásico incrementa las posibilidades de que se conviertan en melanomas u otros tipos de cáncer de piel, especialmente si hay antecedentes familiares de melanoma.
Autoexploración de la piel
El autoexamen de la piel se puede realizar cada tres meses delante del espejo y después del baño o la ducha. Habrá que utilizar un espejo de mano para observar aquellos lunares que están ocultos a la vista o solicitar para ello la ayuda de un familiar. El primer objetivo debe ser la exploración de los lunares y marcas de nacimiento y luego los posibles nevus displásicos, siguiendo lo que se conoce como la norma del ABCD:
A:
• B: lunares de borde irreguar.
• C: lunares cuyo color no es homogéneo, sino que presenta diferencias de una zona a otra.
• D: lunares cuyo diámetro es mayor de 0,5 centímetros.