Cuando se genera un tumor en cualquier parte del organismo (tumor primario), éste se vasculariza creando sus propios vasos sanguíneos con el fin de alimentarse y de este modo poder sobrevivir y además seguir creciendo. Es un proceso que se conoce como angiogénesis y que facilita que las células cancerosas más competentes pasen al torrente sanguíneo y viajen a través de la sangre y los vasos linfáticos hacia el resto del cuerpo. Si estas células son capaces de traspasar los capilares que llevan la sangre a otros órganos, entonces se asientan en ellos y, si evolucionan y se adaptan a ese nuevo medio, comienzan a reproducirse y a generar un nuevo tumor (tumor secundario). Es la metástasis, aunque los oncólogos también la denominan enfermedad diseminada, enfermedad a distancia o enfermedad secundaria.
Cáncer localizado o metastásico
Conviene saber que cuando aún no se ha generado metástasis se dice que el cáncer está localizado y si las hay, entonces el cáncer es diseminado o metastásico. La existencia o no de metástasis tiene importantes consecuencias clínicas. La más importante se refiere al pronóstico y las posibilidades de curación. Si no hay metástasis se tiene la opción de eliminar el tumor mediante cirugía y existen claras opciones de curación, complementando en muchos casos este tratamiento con quimioterapia y radioterapia. En caso contrario la cirugía no será una opción de tratamiento y éste se centrará en el uso de quimioterapia y radioterapia: será de carácter paliativo y tenderá a aliviar los posibles síntomas, mejorar la calidad de vida y aumentar el tiempo de supervivencia.

Otro aspecto importante cuando no se han detectado metástasis es que las células cancerosas que se desplazan a través de los vasos linfáticos llegan a los ganglios y producen un aumento de su tamaño, lo que se conoce como adenopatía. Es por ello que en el momento de proceder a la extirpación del tumor mediante cirugía se determine el número de ganglios afectados con el fin de precisar el diagnóstico, pues a mayor número de ganglios afectados, mayores son las posibilidades de que se genere una metástasis.
Diagnóstico del cáncer y metástasis
Tampoco es infrecuente que en ocasiones un cáncer sea diagnosticado como consecuencia de los síntomas producidos por una metástasis, como puede ser el dolor causado por una metástasis ósea. En tales casos debe realizarse una exploración clínica para determinar dónde se ha originado el cáncer. Esto es importante, pues hay que tener en cuenta que un cáncer de pulmón con una metástasis en el hígado continúa siendo un cáncer de pulmón y debe ser tratado como tal y no como un cáncer hepático.
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Por último, hay que señalar que cuando las células cancerosas procedentes del tumor primario migran a través de la sangre y se asientan en otro órgano, no tiene por qué desarrollarse la metástasis de forma inmediata. De hecho, el cáncer metastásico puede permanecer latente durante años o décadas a pesar de haberse diseminado y comenzar a crecer sin previo aviso de forma muy agresiva.
Todas estas circunstancias hacen que la existencia de metástasis implique un peor pronóstico. Tal es así, que los expertos consideran que el 90% de los fallecimientos por cáncer se producen a causa de las metástasis.