Los cuidados que recibe el bebé desde el nacimiento son fundamentales para su desarrollo integral como persona. Tanto el padre como la madre, con su actitud, van a influir en la calidad de ese desarrollo.
Algunos bebés son tranquilos y apacibles y se acomodan con facilidad a las nuevas situaciones. Otros, en cambio, son más inquietos en su comportamiento y menos regulares en sus hábitos: duermen menos, sus deposiciones no tienen un ritmo regular, son más nerviosos, lloran con facilidad, etc. Todo esto es normal.
El sentido común de los padres ayudará a atenderle de la manera más adecuada y a buscar soluciones a los problemas cotidianos.