Las llamadas células madre son aquellas que, sin estar especializadas, pueden evolucionar a cualquier tipo de célula especializada (ósea, sanguínea, muscular, hepática, etc.) para formar diferentes tejidos y órganos. De hecho, en la actualidad ya existen aplicaciones concretas de estas células en el tratamiento de diferentes patologías. Sin embargo, esta práctica es aún incipiente y sólo es previsible que se llegue a un uso sistematizado a medio y largo plazo, en la medida en que las múltiples investigaciones actualmente en curso comiencen a ofrecer resultados.
En este sentido, se considera que las células madre presentes en la sangre del cordón umbilical son las que tendrán mayor utilidad, dado que evita su obtención a partir de embriones, con los consecuentes problemas éticos que ello conlleva, y son más versátiles que las adultas, que son las responsables de la renovación de los tejidos a lo largo de la vida y que pueden extraerse, por ejemplo, de la médula ósea.

Es precisamente ésta la causa del auge de los bancos de sangre de cordón umbilical, públicos y privados: poder disponer de células madre siempre que se necesite, ya sea con fines de investigación, o para el tratamiento de diferentes enfermedades. Hay algunas efermedades que ya se pueden tratar de este modo (algunas leucemias y linfomas, distintos tipos de anemias, mielofibrosis, etc.) y otras que podrían serlo en el futuro. Además, el método de obtención es muy sencillo: se extrae la sangre mediante una punción en el cordón umbilical inmediatamente después del parto y posteriormente se congela.