La osteocondritis disecante es un tipo de lesión que puede producirse en cualquier articulación, aunque la rodilla es la localización más frecuente. Lo habitual es que se presente en hombres jóvenes con una lesión previa en la articulación, aunque también puede ocurrir a cualquier edad, pues los trastornos metabólicos y de la circulación sanguínea pueden constituir un factor de riesgo.
Esta lesión suele asociarse a un problema de maduración y vascularización del hueso y se caracteriza por el desprendimiento de algún trozo de cartílago junto a la parte superficial del hueso a la que se adhiere. No se conocen las causas con claridad, aunque se cree que puede deberse a una interrupción del riego sanguíneo en la zona afectada.
La sintomatología se caracteriza esencialmente por la aparición de un dolor difuso en la rodilla cuando se realiza algún tipo de deporte. A medida que avanza la enfermedad el dolor se intensifica y se localiza en el lateral externo o interno de la articulación. También puede llegar a producirse un derrame de líquido intraarticular, lo que implicaría una clara inflamación de la rodilla. Si los fragmentos desprendido se mantienen en las proximidades del lugar del que proceden, el dolor será leve; pero su desplazamiento a otras zonas de la articulación puede llegar a ocasionar el bloqueo de la misma y un dolor intenso.
Uno de los problemas de la osteocondritis disecante es que se produce un aumento del riesgo de que se desarrolle una osteoartritis en la articulación por el desgaste progresivo del cartílago. Y esta patología, además de no tener cura, empeora con el tiempo a pesar del tratamiento, que únicamente puede ralentizar su progresión y mejorar los síntomas.

Tratamiento de la osteocondritis disecante
El diagnóstico de la osteocondritis disecante se realiza mediante el estudio radiológico, sea mediante radiografías, resonancia magnética o TAC. Sin embargo, el tratamiento dependerá del grado de evolución de la lesión, la estabilidad del fragmento o de si éste se ha desplazado de su ubicación natural o no.
En las etapas iniciales, bastará con evitar la carga sobre la rodilla, para lo que será necesario el uso de muletas durante un periodo que puede oscilar de uno a tres meses, pudiendo ser necesaria la inmovilización de la articulación. Después habrá que seguir una programa de rehabilitación que incluye ejercicios de estiramiento y de amplitud de movimiento, además de otros para el fortalecimiento de los músculos que actúan sobre la rodilla.
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