La obesidad en personas mayores es una condición cada vez más común que afecta directamente a la salud, autonomía y calidad de vida. El envejecimiento conlleva cambios fisiológicos, metabólicos y funcionales que, sumados a estilos de vida más sedentarios, pueden favorecer la acumulación de grasa corporal. Comprender las causas, riesgos y estrategias de tratamiento resulta clave para prevenir complicaciones y fomentar un envejecimiento más saludable.
¿Qué se considera obesidad en mayores?
La obesidad en adultos mayores no se mide únicamente por el peso corporal, sino por la proporción de grasa acumulada y su impacto en la salud. El parámetro más utilizado sigue siendo el índice de masa corporal (IMC), aunque debe interpretarse con cautela en la tercera edad.
Índice de masa corporal en la tercera edad
Un IMC por encima de 30 sigue considerándose obesidad, pero en mayores de 65 años es habitual encontrar valores alterados por pérdida de masa muscular (sarcopenia). Esto puede enmascarar una obesidad oculta, también llamada obesidad sarcopénica, que combina exceso de grasa con debilidad muscular.
Cambios metabólicos asociados al envejecimiento
Con los años, el metabolismo se ralentiza y disminuye el gasto energético en reposo. Además, se pierde masa muscular y se incrementa la grasa abdominal, especialmente en mujeres postmenopáusicas. Estos factores favorecen el sobrepeso en adultos mayores, incluso sin excesos alimentarios evidentes.
Causas frecuentes de obesidad en personas mayores
La obesidad en ancianos tiene un origen multifactorial, donde confluyen aspectos físicos, psicológicos y sociales.
Estilo de vida sedentario
La reducción progresiva de la actividad física con la edad es una de las causas más frecuentes de obesidad en el adulto mayor. El dolor articular, el miedo a caídas o la falta de motivación pueden limitar el movimiento, favoreciendo el sedentarismo.
Hábitos alimenticios inadecuados
La alimentación desequilibrada, rica en azúcares y grasas, junto a una menor necesidad calórica, contribuye al aumento de peso. Además, algunos mayores presentan una desorganización de horarios de comida o picoteo frecuente debido a la soledad o la falta de apetito en las comidas principales.
Enfermedades y tratamientos que favorecen el aumento de peso
Algunas patologías (como el hipotiroidismo o la diabetes mal controlada) y ciertos medicamentos (corticoides, antidepresivos, insulina) pueden provocar retención de líquidos o aumento del apetito, facilitando la ganancia de peso.
Riesgos y consecuencias de la obesidad en adultos mayores
La obesidad en el adulto mayor no es solo una cuestión estética. Supone un factor de riesgo añadido frente a múltiples patologías crónicas.
Enfermedades cardiovasculares y diabetes
El exceso de grasa, especialmente abdominal, se asocia a hipertensión, colesterol elevado y resistencia a la insulina, aumentando la probabilidad de sufrir infartos, ictus o diabetes tipo 2.
Problemas de movilidad y caídas
El peso corporal excesivo sobrecarga las articulaciones, reduce la agilidad y favorece el dolor lumbar o de rodillas. Todo ello incrementa el riesgo de caídas y fracturas, afectando directamente a la independencia.
Impacto en la salud mental y la calidad de vida
El adulto mayor con obesidad puede sufrir aislamiento, baja autoestima y ansiedad. La pérdida de autonomía o la dificultad para realizar actividades cotidianas afectan su bienestar emocional y social.
Estrategias para controlar la obesidad en el adulto mayor
La buena noticia es que la obesidad en adultos mayores se puede prevenir y, en muchos casos, es reversible con un enfoque integral adaptado a cada persona.
Alimentación equilibrada y adaptada a la edad
Una dieta para adultos mayores con sobrepeso debe priorizar alimentos frescos, ricos en fibra y bajos en grasas saturadas. Es recomendable:
- Reducir el consumo de productos ultraprocesados, bollería y fritos.
- Incluir frutas, verduras, legumbres y pescado.
- Controlar el tamaño de las raciones sin comprometer el aporte de nutrientes esenciales.
En centros especializados como Sanitas Mayores se trabaja con nutricionistas que diseñan menús adaptados a cada residente, considerando su salud, preferencias y necesidades calóricas.
Actividad física regular y segura
Caminar a diario, practicar ejercicios suaves como yoga o realizar sesiones de fisioterapia ayuda a mantener el peso, mejorar el equilibrio y prevenir caídas. Lo importante es que la actividad sea constante, placentera y supervisada si es necesario.
En residencias y centros de día, estas rutinas pueden integrarse en el día a día del mayor, favoreciendo su autonomía sin riesgo.
Supervisión médica y nutricional constante
El seguimiento por parte del equipo médico permite controlar patologías asociadas y ajustar tratamientos que puedan favorecer la obesidad. Contar con apoyo nutricional, psicológico y social es fundamental para mantener la motivación y lograr cambios sostenibles en el tiempo.