La tendinitis es la lesión de rodilla más frecuente y supone la inflamación de uno o varios de los tendones que se insertan en la articulación, a causa de su irritación o por un sobreesfuerzo (sobrecarga). En la parte anterior de la rodilla se fijan el tendón del cuádriceps y el de la rótula, mientras que en la parte posterior se ubican los isquiotibiales.
Causas de la tendinitis de rodilla
La práctica deportiva es quizás el factor de riesgo más significativo frente a la tendinitis de rodilla, ya que en ellos se somete al conjunto de la articulación a un uso forzado de la misma, ocasionando un sobreesfuerzo o sobrecarga de los tendones con extensiones y rotaciones anómalas. Sin embargo, hay otras circunstancias que pueden favorecer la aparición de este tipo de lesiones. El envejecimiento es una de ellas, al igual que la existencia de una artritis reumatoide el haber sufrido algún tipo de traumatismo directo sobre la articulación.
El dolor es el síntoma que con mayor frecuencia se asocia a la tendinitis y que en función de su gravedad se manifiesta en unas circunstancias o en otras. Así, cuando es leve lo normal es que aparezca después de practicar algún tipo de ejercicio, apareciendo durante el mismo en lesiones más o menos moderadas. Sin embargo, en los casos de mayor gravedad el dolor puede ser tan intenso que hace que el paciente trata de no mover la articulación o hacerlo lo menos posible. En lo que respecta a la inflamación, ésta a puede llegar a apreciarse a simple vista en determinas ocasiones.
Cabe señalar, finalmente, que pueden distinguirse diferentes tipos de tendinitis de rodilla, atendiendo al o los tendones afectados. El más frecuente es la tendinitis rotuliana o rodilla del saltador, a la que siguen la del tendón del cuádriceps, el denominado síndrome de la banda iliotibial o la tendinitis de pata de ganso, que afecta a tres tendones de la parte interna de la rodilla.
Tratamiento de la tendinitis de rodilla
El tratamiento de las tendinitis de rodilla varían en función de su gravedad o del número de tendones afectados:
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Leves: generalmente es suficiente con mantener la articulación en reposo y el uso de antiinflamatorios. También es aconsejable realizar fisioterapia específica para fortalecer los músculos afectados.
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Moderadas: en algunos casos puede exigir la inmovilización de la rodilla con el fin de limitar sus movimientos, así como la realización de infiltraciones corticoesteroides cuando ni los antiinflamatorios, ni el reposo ni la aplicación de frío local consiguen aplacar el dolor.
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Graves: si no responden a los tratamientos ya mencionados puede ser necesaria la cirugía para reparar el tendón, que puede estar desgarrado o roto. A ella le seguirá un programa de rehabilitación con fisioterapia hasta conseguir la recuperación total, que a veces puede llevar meses.
