El tratamiento de la disfunción eréctil puede abordarse de diferentes maneras:
- Con fármacos.
- Con dispositivos de vacío.
- Con prótesis de implantación quirúrgica.
En la actualidad existen al menos seis medicamentos que, ingeridos antes del acto sexual, permiten obtener una erección prolongada. En términos generales las diferencias entre uno y otro estriban en el momento en que se deben tomar y la rapidez con la que actúan, pero en cualquier caso debe ser el especialista quien determine cuál de ellos es el más adecuado para cada paciente que sufre disfunción eréctil.
No obstante, existen otros dos tipos de tratamiento farmacológico de la disfunción eréctil en los que cambia la vía de administración. En el primer caso el medicamento debe ser inyectado directamente en el pene antes del acto sexual. En el otro, se utiliza una cánula que se introduce en la uretra y a través de la cual se administra el medicamento, que tarda unos 15 minutos en surtir efecto. En este caso deberá utilizarse preservativo si la mujer está embarazada.
Otro medio de obtener la erección es la utilización de un dispositivo de vacío que, mediante aspiración, permite que la sangre llegue al interior del pene generando la erección, que se mantiene colocando un aro de goma en la base del pene para evitar que la sangre se retire.
Finalmente, cuando los tratamientos farmacológicos no han surtido efecto, queda la opción quirúrgica para la implantación de una prótesis peneana. Se trata de un mecanismo que puede ser de una, dos o tres piezas y que se acciona al presionar una perilla colocada en el interior de la zona inguinal.
Las ventajas de este sistema son muchas: no se ve, la disfunción eréctil se resuelve de manera permanente, la erección es muy duradera (tanto tiempo como se desee), permite una mayor espontaneidad en cuanto al momento de mantener una relación sexual, no interfiere con la eyaculación o el orgasmo de la mujer, y además no falla nunca.
De hecho, diferentes estudios muestran que este tipo de tratamiento es el que ofrece un mayor grado de satisfacción al paciente, por encima de los fármacos y los dispositivos de vacío. Los inconvenientes se centran en que requiere un acto quirúrgico para su implantación, que podría ser necesaria su sustitución en caso de producirse una infección o un fallo mecánico, o alterar la forma del pene.