La pulpitis se define como un proceso inflamatorio que afecta a la pulpa del diente (el tejido blando que contiene los nervios y los vasos sanguíneos), como consecuencia de:
- Caries.
- Infecciones.
- Fracturas de la corona o raíz del diente.
- La acción de algunos materiales (resinas, cementos, etc.) que se utilizan en los tratamientos dentales.
La pulpitis puede ser reversible, siendo su principal síntoma un dolor localizado que aumenta con el tacto y que debe ser motivo suficiente para visitar al odontólogo, ya que de no tratarse puede cronificarse, de tal modo que el tejido no pueda recuperarse. En este caso será necesaria la realización de una endodoncia, eliminando el tejido pulpar.
- Serosa: el dolor es agudo y no cede con la aplicación de estímulos dolorosos como el frío.
- Purulenta: se acompaña de un proceso inflamatorio con exudación de pus en la pulpa, y el dolor se intensifica al aplicar calor sobre el diente afectado, mientras que suele ceder con el frío. Si la pulpitis es crónica el dolor aparece con mayor o menor intensidad especialmente en el momento de masticar, pero se intensifica considerablemente con el frío y el calor.
Si la pulpitis no se trata y se mantiene en el tiempo lo normal es que tarde o temprano se produzca la necrosis de la pulpa, es decir, la muerte de la misma, como consecuencia de la degeneración del tejido a causa de la falta de riego que puede producir su inflamación.