Bajo la denominación genérica de linfomas se agrupan más de una treintena de cánceres que afectan al sistema linfático y que se clasifican en don grandes grupos: linfomas Hodgkin y linfomas no Hodgkin. El sistema linfático está conformado por los ganglios y vasos linfáticos, la linfa, el bazo, las amígdalas, el timo y la médula ósea. Es por esta razón que estos cánceres, que se inician en los linfocitos puedan presentarse prácticamente en cualquier localización del cuerpo humano, en ocasiones afectando a otros órganos.
Los linfomas no Hodgkin constituyen el séptimo cáncer de mayor incidencia y el noveno en mortalidad, si bien la eficacia de los tratamientos ha hecho que en los últimos diez años ésta esté disminuyendo a un ritmo del 3% anual. No se conocen las causas de estos cánceres, aunque se cree que hay una serie de enfermedades que pueden predisponer a su desarrollo: ciertas infecciones, el Lupus eritomatoso, la artritis reumatoide o la enfermedad de Crohn. No obstante, también se han identificado factores de riesgo ambientales, como es el caso de la exposición a plaguicidas.
Los síntomas de estos linfomas son muy variables, en función del tipo y del grado de evolución de los mismos:
- Inflamación de algún ganglio de modo que se hace palpable.
- Fiebre.
- Adelgazamiento no justificado.
- Sudoración no explicable.
- Cansancio, falta de apetito.
- Cefaleas.
- Tos.
- Dolor óseo o abdominal, etc.
Mientras el linfoma no Hodgkin afecta esencialmente a adultos y el riesgo aumenta con la edad, el linfoma Hodgkin puede producirse a cualquier edad, aunque con una mayor frecuencia entre los 15 y 40 años y a partir de los 55.
Habitualmente el linfoma de Hodgkin se inicia en los ganglios del cuello o el mediastino, con un crecimiento visible de los mismos, aunque también puede originarse en las axilas y en la región que comprende la pelvis el abdomen y la ingle. La presión de estos ganglios sobre los órganos adyacentes puede generar una gran variedad de síntomas, aunque los más frecuentes son adelgazamiento, fiebre persistente y alta sudoración nocturna.
El tratamiento en ambos grupos de linfomas se centra en la quimioterapia y la radioterapia, aunque los protocolos a seguir son muy complejos y tienen una gran variabilidad, dependiendo del tipo de linfoma. Hay que señalar, por último, que en el caso de los linfomas de Hodgkin recientemente se ha incorporado a las técnicas de tratamiento disponibles el trasplante de células madre.