La beta-hCG es la denominación de la gonadotrofina coriónica humana, también conocida como la hormona del embarazo, ya el organismo empieza a secretarla en el momento en que se produce la implantación del embrión en el endometrio. De ahí que su presencia en sangre y en la orina permita confirmar la existencia de una gestación de manera muy temprana: a partir de los 13 días, contando desde el momento en que se realiza la punción ovárica para la extracción de óvulos.
Se considera que esta prueba es positiva cuando los valores de la beta-hCG superan las 5 mUI/ml. Si esta cifra es inferior a 4 se determina la ausencia de embarazo. La concentración de esta hormona será significativamente mayor en el caso de que se trate de un embarazo múltiple. El embarazo se confirma mediante una ecografía transvaginal.
No obstante, lo habitual es que la analítica se repita transcurridos dos o tres días, ya que la concentración de esta hormona en la sangres se duplica en apenas 48 horas. De hecho, en los procedimientos de reproducción asistida cabe la posibilidad de que se produzca un falso positivo como consecuencia de alguno de los fármacos utilizados para el tratamiento de estimulación ovárica al que se somete a la mujer para inducir la ovulación, ya que contienen esta hormona, lo que hace que se pueda detectar en la sangre y que su presencia se mantenga durante días.
Si la repetición de la analítica determina que al cabo de 48 horas se mantienen los mismos valores o estos han disminuido, entonces es que no se ha producido el embarazo.
Embarazo anembrionario
También es posible que el resultado de la prueba de la beta-hCG sea positivo y que la mujer presente síntomas propios del embarazo (náuseas, somnolencia, hinchazón abdominal, etc.) pero que finalmente no haya gestación. Esto sucede en el caso del denominado embarazo anembrionario, que se produce cuando el embrión tiene problemas para su correcta implantación en el útero y se elimina posteriormente con la primera menstruación, en lo que se conoce como aborto bioquímico.
Suelen producirse a consecuencia de la existencia de anomalías genéticas o cromosómicas del embrión La causa habitual de este tipo de aborto es la existencia de anomalías genéticas o cromosómicas que se producen en el momento en que se lleva a cabo la fecundación o deberse a una baja calidad de los espermatozoides o el óvulo.