El ano es el esfínter de salida del tubo digestivo. Está formado por dos músculos circulares (los esfínteres anales), uno autónomo y otro voluntario que controla la evacuación intestinal.
Por el interior y atravesando los músculos se dispone un entramado de venas, el plexo hemorroidal.
Estas venas pueden dilatarse si se produce un aumento de la presión abdominal o las heces se acumulan en el recto (estreñimiento). Si este aumento de presión es transitorio, las venas recobran su forma original una vez resuelta la causa. Sin embargo, si el aumento de presión es repetido y frecuente, o prolongado, las venas acaban por dilatarse y deformarse, proyectándose hacia el interior del canal anal, dando lugar a las hemorroides.
Mientras su tamaño es pequeño pueden pasar desapercibidas, sin sintomatología significativa. No obstante, a medida que aumentan de tamaño su presencia y sus efectos son cada vez más notorios.
Los principales síntomas que pueden producir son:
- Sangrado: en forma de sangre roja, generalmente en pequeñas cantidades manchando las heces o el papel higiénico.
- Dolor: especialmente durante la dilatación anal para la deposición de las heces. Este dolor puede ser agudo e intenso durante la defecación o sórdido, profundo y continuo.
- Prolapso venoso: las venas dilatadas “salen” a través del ano, siendo visibles. No es imprescindible que las hemorroides sean visibles para que se produzca el resto de la sintomatología.
- Prurito (picor) continuo, muy violento.
- Tenesmo rectal: sensación permanente de necesidad de defecación.
Los síntomas asociados a las hemorroides hacen que la evacuación de las heces (deposición) resulte especialmente incómoda, por lo que se trata de evitar. Se favorece así el estreñimiento que es el principal factor causante de las hemorroides, de modo que se cierra un círculo vicioso que cada vez complica más el cuadro. De ahí la importancia de intentar evitar el estreñimiento durante el embarazo para reducir la aparición de las hemorroides o limitar su gravedad.
En el embarazo, especialmente en los meses finales, la presión continua del útero dilatado sobre el recto y el ano contribuye a aumentar la presión y, por consiguiente, el desarrollo de las hemorroides.
En el parto, los esfuerzos de expulsión (pujos) representan episodios de aumento muy importante de la presión abdominal que hace que las hemorroides se dilaten de forma muy importante y sean muy evidentes.
Pasado el parto, suelen volver a la situación previa en unas pocas horas o días.
Tratamiento
En principio hay que tratarlas médicamente.
En los casos con síntomas leves:
- Aumento de fibra en la dieta (legumbres, cereales, frutos secos, frutas y verduras), siempre asociado con un incremento en la cantidad de líquidos, para obtener una deposición blanda que no irrite la mucosa anal.
- En algunos casos pueden estar indicados los suplementos de fibra.
- En fases iniciales del tratamiento puede asociarse el empleo de un laxante (con cuidado de no producir diarrea que pueden empeorar los síntomas).
- Evitar las bebidas con cafeína, el alcohol y los picantes.
- El pasar largos ratos en el aseo para defecar favorece también la congestión de las hemorroides y su posterior sangrado por lo que debe evitarse.
- También puede obtenerse beneficio con los baños de asiento de agua templada de unos minutos de duración.
- El empleo de cremas o pomadas antihemorroidales puede estar inicialmente indicado, si bien hay que tener en cuenta que muchas de ellas tienen compuestos (corticoides, anestésicos tópicos,...) que pueden provocar efectos secundarios, por lo que no deben ser empleadas más que durante unos días y siempre bajo supervisión de un médico.
- Existen también medicamentos que pueden mejorar la microcirculación de la zona y reducir la inflamación, pudiendo ser de utilidad.
En grados algo más avanzados:
- Realización de ligadura con banda elástica, consistente en colocar una anilla de goma próxima a la hemorroide, que la estrangula, impidiendo su flujo sanguíneo, con lo que se elimina en unos días. Se puede realizar en la propia consulta.
- La ventaja de estos procedimientos es que pueden efectuarse de forma completamente ambulatoria, ya que la zona en la que se aplican es habitualmente poco molesta.
Los casos severos
- Requieren cirugía. En la actualidad existen diversas técnicas. Los procedimientos quirúrgicos más frecuentes son:
1. Hemorroidectomía. Es la extirpación de las hemorroides o intervención clásica, de la que existen variantes técnicas. Las complicaciones de la intervención pueden ser la hemorragia postoperatoria, el dolor persistente o la incontinencia anal, si bien ninguna de ellas es frecuente.
2. Hemorroidopexia. Se trata de una técnica más reciente, que realmente no extirpa las hemorroides sino que, al eliminar un segmento de mucosa del recto, las hace ocupar su posición original. Se emplea para ello una grapadora especial. Puede estar indicada en algunos pacientes, pero tampoco está exenta de complicaciones.