Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature, desencadenó hace tiempo la moda de correr descalzos o barefoot running, como se conoce a esta práctica en los círculos habituales del fitness. En él se exponían una series de ventajas estrictamente biomecánicas derivadas del hecho de eliminar las zapatillas cuando se corre. No hay que olvidar que hubo un tiempo en el que el ser humano caminaba descalzo y las piernas y los pies evolucionaron adaptándose a esa realidad, por lo que cabe pensar que el uso de zapatillas altera forma natural de correr.
Una de las afirmaciones más llamativas del estudio es que no se corre igual utilizando zapatillas deportivas que sin ellas. Si se hace descalzado cambia el punto de impacto de la zancada. Ya no se apoya sobre el talón, sino sobre la parte delantera del pie, lo que hace que apenas haya impacto al aterrizar el pie sobre el suelo, de modo que se reduce el porcentaje de masa corporal choca con el firme.
Esto lleva a que la energía traslacional se transforme en rotacional y se suavice sustancialmente la repercusión del impacto sobre el conjunto del sistema musculoesquelético, que puede llegar a ser muy perjudicial a medio y largo plazo aumentando el riesgo de lesiones.
Detractores de la técnica de correr descalzos
Sin embargo, no todos están de acuerdo con los supuestos beneficios que se achacan a correr descalzos, en especial en lo que respecta a la prevención de posibles lesiones. No hay que perder de vista el hecho de que el estudio publicado en Nature simplemente ha demostrado que si se prescinde de las zapatillas cambia la manera de correr: se cambia el punto de apoyo y se reduce la intensidad del impacto que produce cada zancada.
Pero no demuestra que ello conlleve algún beneficio, de modo que los que los gurús del fitness achacan al barefoot running, no dejan de ser meras hipótesis basadas en la lógica que todavía no han recibido el espaldarazo de una confirmación científica.
En relación a la prevención de lesiones, por ejemplo, no se considera la posibilidad de muchas de éstas puedan deberse a una técnica inadecuada de carrera y no al hecho de correr con zapatillas. Además pasar de utilizarlas a correr descalzados implica la necesidad de un periodo de adaptación que nunca será muy corto y que al inicio presentará un riego no despreciable de sufrir heridas, erosiones, ampollas e infecciones al perder las protección a la que están acostumbrados.
Además, el cambio del punto de apoyo implica también una modificación de la técnica de carrera a la que están habituados los músculos, lo que puede incrementar el riesgo inmediato de una posible lesión.