El balón intragástrico es una técnica no quirúrgica que se utiliza para ayudar a adelgazar a personas obesas cuyo peso excede en un 40% el considerado como normal para su estatura y edad, o que presentan entre 20 y 25 kilos de sobrepeso. Consiste en colocar en el estómago un balón de silicona que se introduce a través de la boca bajo sedación o anestesia general y que posteriormente se llena con una solución salina estéril hasta que alcance el tamaño equivalente a dos tercios del volumen del estómago.
El balón permanecerá en el estómago por un periodo de seis a ocho meses, transcurrido el cual será retirado mediante una endoscopia. El paciente recibirá el alta unas horas después de su colocación.
El programa de adelgazamiento con el balón intragástrico contempla tres fases:
- Etapa de adaptación: el objetivo es lograr que el paciente se habitúe al balón que se le ha colocado en el estómago hasta que desaparezcan las náuseas y vómitos que inicialmente genera su presencia. Para ello, los primeros días se limita la alimentación a la ingestión de líquidos, para dar paso a alimentos triturados y una dieta blanda, hasta que el paciente empiece a tolerar los alimentos sólidos.
- Etapa de balón intragástrico: el objetivo es lograr la pérdida rápida de peso mediante una dieta controlada y la práctica de ejercicio, al tiempo que el paciente sigue un programa de reeducación dirigido a crear nuevos hábitos alimenticios y de vida.
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Etapa de mantenimiento: se trata de consolidar los nuevos hábitos alimenticios y el estilo de vida adquiridos y alcanzar la pérdida completa del sobrepeso inicial, de tal modo que al finalizar el tratamiento el paciente no recupere los kilos perdidos.
Aunque el balón intragástrico se extraiga transcurridos seis u ocho meses desde su colocación, el tratamiento dietético y de reeducación se prolongará durante dos o tres años.
Contraindicaciones del balón intragástrico
El balón intragástrico está contraindicado en las siguientes circunstancias:
- Haber sufrido una cirugía previa en el estómago.
- Estar siguiendo un tratamiento de anticoagulación.
- Tener una enfermedad inflamatoria o hemorrágica del estómago.
- Estar embarazada o encontrarse en periodo de lactancia.
- Sufrir trastornos psiquiátricos.
- Ser alcohólico o drogodependiente