La alimentación de otoño es muy importante porque coincide con un cambio marcado estacional y de actividad. Hemos de preparar nuestro organismo para iniciar el trabajo o el curso o para las contingencias del invierno venidero.
Conviene revisar si llegamos con unos kilos de más - lo habitual - para establecer oportunos y reparadores menús, utilizando la imaginación, además de los tres bloques fundamentales para preparar la despensa y el frigorífico. Aquí os propongo los más significativos: "La alimentación de otoño es muy importante porque coincide con un cambio marcado estacional y de actividad".
Carbohidratos (hidratos de carbono): energía
- Alimentos con pocos carbohidratos: Verduras de hoja y frutos de huerta.
- Alimentos de moderados carbohidratos: Frutas frescas, desde las otoñales uvas hasta las sugestivas frutas de bosque (arándanos, grosellas, endrinas, madroños, frambuesa, moras silvestres...), legumbres y patatas.
- Alimentos de notables carbohidratos: Pan, Arroz, pasta, galletas, miel.
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Alimentos con notables carbohidratos y grasas: Bollería, pastelería, chocolate, galletas con azúcar y grasas.
Proteínas: construcción y reparación
- Alimentos proteicos: Pollo, pavo, bacalao, pescado blanco, quesos frescos.
- Alimentos proteicos con poca grasa: Huevos, leche.
- Alimentos proteicos con moderada grasa: Carne roja, quesos semicurados, jamón.
- Alimentos proteicos con bastante grasa: Embutidos, quesos curados.
- Alimentos proteicos con aceites omega 3: Pescados azules.
- Alimentos proteicos con carbohidratos: Legumbres.
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Alimentos proteicos con aceites vegetales y carbohidratos: Frutos secos, las "proteínas de otoño".
Grasas: complemento de energía y protección celular
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Aceites, patés, mantequilla, margarinas, mayonesas, sin olvidar los embutidos y quesos curados.
De estos tres bloques fundamentales, el control de carbohidratos y grasas, es fundamental para el control del peso.
Una buena propuesta para otoño: la instauración de un buen desayuno, tomándose el tiempo necesario y presidido con una jarra de agua fresca. Variantes de yogur con frutas troceadas o leche con cereales y un zumo de fruta fresca; o pan integral con aceite y café con leche; huevos pasados o revueltos o salmón ahumado con pan de centeno.
Tentempiés ligeros. Comidas y cenas con abundantes hortalizas frescas de temporada, sobre todo la cena, incluyendo alternativamente patatas y legumbres; o pasta, arroz y consumo moderado de pan, según peso adquirido en verano.
Y siempre, al menos dos platos de proteínas animales (huevos, pescado, carne) o proporciones razonables de frutos secos para los vegetarianos. Frituras, ocasionalmente... salvo ejercicio físico. Aprovechaos de las frutas de bosque, habitualmente poco utilizadas en nuestro país.
El ejercicio moderado es una práctica aconsejable que nos amplía la despensa de las próximas fechas.