El neuroma de Morton es una lesión que se produce al engrosarse el nervio que se encuentra entre el tercer y cuarto dedo del pie y con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres. No se conoce con exactitud cuál es la causa, aunque se apunta a la compresión de los dedos del pie y se han identificado deferentes factores que favorecen su aparición:
- Calzado. La utilización habitual de zapatos estrechos, acabados en punta y de tacón alto. Esto origina un posicionamiento anormal de los dedos (pueden llegar a montarse unos sobre otros) y la compresión continuada de la arteria interdigital.
- Pies planos.
- Pies de arco elevado.
- Dedos en martillo.
- Juanetes.
- Microtraumatismos de repetición.
-
Alteraciones biomecánicas.
Dado que el neuroma de Morton afecta a un nervio interdigital, la sintomatología es de tipo neurológico:
- Dolor intenso y punzante en la zona metatarsiana y ocasionalmente en los dedos del pie. El dolor se acentúa si se utiliza un calzado estrecho o presionar en la zona donde se encuentra el nervio y empeora con el tiempo.
- Sensación de hormigueo en el espacio entre el tercero y cuarto dedo del pie.
- Calambres en los dedos del pie.
- En muy pocos casos puede producirse una neuralgia entre el segundo y el tercer dedo del pie.

Aunque basta una exploración física para establecer el diagnóstico de neuroma de Morton, en ocasiones puede ser aconsejable realizar una resonancia magnética o una ecografía 3D. Asimismo, un electromiograma permite realizar un diagnóstico diferencial, ya que hay otras patologías que pueden producir síntomas similares.
Tratamiento del Neuroma de Morton
El protocolo establece que inicialmente debe seguirse un tratamiento conservador que se definirá en función de cuál se la causa más probable:
- Utilizar un calzado ancho que no comprima los dedos del pie.
- Prescribir el uso de plantillas para el calzado.
- Vendaje neuromuscular.
- Analgésicos.
- Antinflamatorios, bien por vía oral o inyectados directamente en el espacio interdigital del tercer y cuarto dedo del pie.
- Infiltraciones de corticoides o de alcohol deshidratado.
- Fisioterapia.
-
Crioterapia.
Sólo si estos tratamientos no dan resultado se contemplara la opción de la cirugía, en la que caben diferentes técnicas: escisión, descompresión o extracción del tejido engrosado. En este último caso la intervención tendrá como consecuencia un entumecimiento permanente de la zona afectada. Hay que señalar que la cirugía es efectiva en el 85% de los casos.