Eicosanoides: eficientes hormonas fugaces
Eso sí, una buena alimentación facilita la producción de unas buenas hormonas por nuestras glándulas internas. Incluyendo los eicosanoides.
Existen unas pequeñísimas y humildes hormonas de vida corta; pero se producen y regeneran en gran cantidad, y son fundamentales para el buen funcionamiento de cualquier célula.
Una especie de “reporteros informadores” que mantiene además una “limpieza” general de todas las membranas celulares, de tejidos y órganos del cuerpo: son los eicosanoides, con acciones metabólicas aun por descubrir.
Los eicosanoides forman diferentes “clanes”, grupos moleculares cada uno con sus misiones. Tres grupos muy importantes:
- Prostaglandinas, llamadas así porque se encontraron inicialmente en la próstata.
- Tromboxanos, llamadas así porque se encontraron inicialmente en las plaquetas o trombocitos.
- Leucotrienos, llamados sí porque se encontraron inicialmente en los leucocitos o glóbulos blancos.
Este trío de eicosanoides regulan inflamación y regeneración de tejidos y células de todo tipo. No se detectan en sangre... a menos que se produzca una irritación local y la zona lesionada “solicite” su intervención.
Entonces se producen miles de millones de eicosanoides, pequeños comandos que facilitan el aumento o disminución de la inflamación o la reacción de defensa.
El movilizador de los eicosanoides es el ácido araquidónico, almacenado en las membranas celulares. Actúa como un prestidigitador o un jefe de bomberos: cuando se produce una irritación, sale a escena y provoca una cascada de transformaciones bioquímicas. Es el gran regulador de la inflamación a través de la producción de prostaglandinas. Su exceso es índice de inflamación.
Las prostaglandinas son eicosanoides decisivos en la inflamación. La inflamación es buena si se controla, pues es el caldo donde se desarrollan los mecanismos de defensa y regeneración de un tejido local (cartílago, colágeno, piel, pulmón, arterias, cerebro....). Mucha inflamación es mala, degenerativa y dolorosa. Poca inflamación también es mala y no permite regenerar el tejido lesionado.
De la misma forma que existe “colesterol bueno y malo” (ambos necesarios), las prostaglandinas también pueden dividirse en “prostaglandinas buenas y malas” (ambas necesarias).
La ingesta de aceites es sumamente importante en la producción de las necesarias prostaglandinas “malas” (ayudan la inflamación) y las recomendables prostaglandinas “buenas” (reducen la inflamación). Ambos son necesarios ¡Todo es cuestión de equilibrio!
Aceites ricos en ácidos grasos omega 6 son proinflamatorios y facilitan la coagulación. Se encuentran en aceite de girasol y maíz, Se utilizan suplementos de onagra.
Aceites ricos en ácidos grasos omega 3 son fundamentalmente anti-inflamatorios, anti-trombosis, incrementan la vida y la regeneración de los eicosanoides, mejoran el sistema de defensa y facilitan la regeneración de los tejidos.
Se encuentran en pescados azules y nueces. Suplementos de aceite de pescado purificado y libre de impurezas, mejoran y revitalizan el corazón, las arterias y venas, las articulaciones, el cerebro, la piel. La proporción correcta de ambos es muy teórica.
El uso de aceite de girasol o maíz debe ser reservado para ensaladas y alternado con aceite de oliva (rico en omega 9); éste último no interviene en el metabolismo de la inflamación, pero es de gran utilidad por su acción equilibrante.
La proporción de ingesta de aceite de pescado recomendado diariamente es la que proporcionan tres-cuatro comidas o cenas semanales de pescado azul, incluyendo las conservas. Como terapéutica, se recomiendan dosis de 2 – 3 gramos diarios, inclusive más, bajo prescripción de vuestro médico especialista.
Artículo firmado por el Dr. Carlos R. Jiménez
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