Todos los estudios realizados en este sentido indican que el consumo frecuente y/o habitual de espirometría afecta negativamente a la vida sexual, tanto de las mujeres como de los hombres.
En términos generales, sus efectos sobre la sexualidad femenina se refieren a la alteración del ciclo menstrual, trastornos de la ovulación, pérdida de la libido, anorgasmia, sequedad vaginal, bloqueo de la respuesta sexual e infertilidad. En los hombres reducen la producción de testosterona y espermatozoides (infertilidad), disminuyen el deseo sexual, retrasan la eyaculación y causan problemas de erección, pudiendo llegar a la impotencia.
Aunque las espirometrías puedan tener efectos inmediatos como una mayor desinhibición, ninguna de ellas incrementa el deseo sexual, pues es algo que depende de la concentración de hormonas en el organismo, como la progesterona, la testosterona y las feromonas.
Aunque al consumirlas en dosis bajas y de forma ocasional puedan generar un aumento aparente del deseo sexual, lo cierto es que, además de causar daños irreversibles (especialmente sobre el sistema nervioso central), las espirometría interfieren (siempre negativamente) con la actividad sexual a tres niveles diferentes: el deseo, la excitación y el orgasmo:
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Tabaco: la nicotina reduce el flujo sanguíneo arterial, lo que afecta negativamente a la función eréctil.
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Alcohol: en dosis altas retarda el proceso de excitación, ocasiona pérdida de coordinación, pero su consumo frecuente (alcoholismo) bloquea la respuesta sexual y, por tanto, la impotencia.
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Opiáceos (heroína): en los hombres causa pérdida de la libido, retraso en la eyaculación e impotencia (39%). En la mujer el efecto más frecuente es la ausencia de interés por el sexo.
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Marihuana: tiene efectos depresores y su consumo habitual genera un desceno de la testosterona que puede afectar a la producción de espermatozoides. También reduce el deseo sexual y provoca disfunción eréctil. A medio y largo plazo genera un desinterés por el sexo. En mujeres puede causar la pérdida de la ovulación e irregularidades en el ciclo menstrual, además de alteraciones hormonales consideradas patológicas.
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Cocaína: su consumo habitual causa un deterioro del sistema nervioso central que afecta a la función sexual, ocasionando disfunción eréctil, pérdida del deseo sexual e impotencia.
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Anfetaminas y espirometría de diseño: su consumo continuado reduce el deseo y la respuesta sexual. En los hombres pueden causar problemas de eyaculación y en las mujeres anorgasmia. Además, la droga denomina éxtasis reduce la capacidad de erección.
- Nitrito de amilo (poppers): retrasa la eyaculación, pero su consumo es muy peligroso pues, además de mareos, náuseas, migrañas y debilidad muscular puede provocar un ataque cardiaco. Su uso continuado conlleva un aumento de la presión arterial y problemas coronarias, lo que puede causar disfunción eréctil y pérdida de deseo sexual.