El tabaquismo es una adicción que causa graves daños al conjunto del organismo y el pelo no es una excepción. Los numerosos agentes tóxicos contenidos en el humo del tabaco perjudican la salud capilar tanto si se inhala directamente al consumir un cigarrillo como si está expuesto a él en un ambiente de fumadores.
Con el humo de segunda mano el pelo se seca en su capa externa y pierde brillo. Mientras que fumar hace que las toxinas del tabaco alcanzan al folículo piloso a través del torrente sanguíneo dificultando su nutrición como consecuencia de la vasoconstricción que produce la nicotina.
Además, el hecho de fumar tiene otro efecto indirecto sobre la salud capilar, ya que afecta a la producción de hormonas. Así, por ejemplo, la nicotina condiciona negativamente los mecanismos de producción de estrógenos, originando la atrofia cutánea y la sequedad de la piel, lo que sin duda afecta alcuelo cabelludo y, por tanto, al pelo.
Asimismo, algunas investigaciones apuntan a que el tabaquismo aumento la producción de andrógenos y en concreto de la testosterona, lo cual se relaciona con el debilitamiento del pelo al afectar negativamente al desarrollo de las células a partir de las cuáles se generan las fibras capilares.
Por otra parte, los fumadores pasivos, además de exponer el pelo al humo ambiental, también lo inhalan, por lo que pueden sufrir consecuencias similares, aunque sea con menor intensidad.
Dejar de fumar es, por tanto, una medida que sin duda ayudará a mejorar la salud capilar, tanto la propia como la de las personas que rodean al fumador.