escarlatina
Los primeros síntomas de la escarlatina son fiebre y dolor de garganta, aunque se pueden producir también vómitos, dolor abdominal y escalofríos. En ocasiones también aparece lo que popularmente se conoce como lengua sucia, caracterizada por una capa blanquecina que se extiende por toda la superficie. La lengua, no obstante, puede aparecer inflamada, enrojecida y con puntitos apreciables a simple vista. La inflamación e irritación de la garganta puede ocasionar dificultades al tragar.
Otro síntoma muy importante y que la hace más reconocible es que las mejillas se enrojecen y aparece un sarpullido de color escarlata en la piel. Éste puede producirse incluso antes de iniciarse la fiebre o días después, comenzando por del cuello, axilas y la ingle para luego extenderse al resto del cuerpo y desaparecer al cabo de una semana.
Por tratarse de una infección bacteriana, el tratamiento de la escarlatina se realiza con antibióticos. De este modo los síntomas desaparecen con prontiud, pero también se previenen posibles complicaciones de la enfermedad, que, aunque no son frecuentes, sí pueden ser graves:
- Abscesos en la garganta.
- Otitis.
- Infecciones de la piel.
- Neumonía.
- Fiebre reumática.
- Enfermedad renal.
- Artritis
Además de los antibióticos, cuando un miembro de la familia tiene escarlatina es importante la adopción de medidas higiénicas que eviten el contagio a otras personas: lavarse las manos frecuentemente y no compartir toallas, cubiertos, vasos, platos y cualquier objeto de uso personal.