La lactancia materna es la forma ideal de alimentar a un recién nacido, tal como recomienda la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, hay circunstancias en las que no es posible, y se recurre a fórmulas artificiales que buscan cubrir las necesidades nutricionales del bebé de la manera más adecuada posible.
¿Qué es la leche artificial?
También conocida como leche maternizada, la leche artificial se elabora generalmente a partir de leche de vaca o soja modificada industrialmente. A esta base se le añaden nutrientes esenciales —como proteínas, ácidos grasos, vitaminas y minerales— para intentar imitar la composición de la leche materna y garantizar el desarrollo óptimo del bebé.
Clasificación según la edad del bebé
- Fórmula de inicio (hasta 6 meses): nutricionalmente cercana a la leche materna.
- Fórmula de continuación (6–12 meses): adecuada cuando se introduce la alimentación complementaria.
- Leches de crecimiento (12–36 meses): intermedias entre la fórmula y la leche de vaca, con menos grasa saturada y más nutrientes.
Tipos según la fuente de proteína
- A base de leche de vaca: la más común, enriquecida con nutrientes esenciales como hierro, DHA y ARA.
- A base de soja: sin lactosa, indicada en casos de intolerancia o galactosemia, siempre bajo control pediátrico.
- Hidrolizadas / hipoalergénicas:
- Parcialmente hidrolizadas: reducen digestiones difíciles y gases.
- Extensamente hidrolizadas (eHF): recomendadas ante alergia a proteína de vaca (APLV).
- Basadas en aminoácidos: sin proteínas completas, para alergias graves o malabsorción.
Fórmulas especializadas
Diseñadas para abordar necesidades específicas:
- Prematuros: mayor densidad calórica y nutrientes específicos.
- Reflujo: fórmulas AR con espesantes.
- Estreñimiento: con fibra o prebióticos, como se detalla en esta guía sobre estreñimiento en bebés.
- Cólicos: proteínas parcialmente hidrolizadas y bajo contenido en lactosa.
Indicaciones de uso y seguimiento
La elección debe realizarse siempre con asesoramiento pediátrico y mantenerse consistente salvo indicación médica. El profesional valorará:
- Edad del bebé, para elegir tipo 1, 2 o 3.
- Tolerancia digestiva, incluyendo cólicos, gases o intolerancia a la lactosa.
- Presencia de alergias, como APLV.
- Condiciones especiales: prematuridad o reflujo.
Consejos prácticos de preparación
- Lava bien las manos y utensilios antes de preparar el biberón.
- Utiliza agua apta para lactantes, mineral o hervida.
- Respeta las proporciones indicadas por el fabricante.
- No reutilices restos de tomas anteriores.
- Esteriliza regularmente biberones y tetinas.
Importancia del seguimiento médico
Las fórmulas actuales permiten un desarrollo saludable incluso cuando no es posible la lactancia. El pediatra será quien determine cuándo y cómo realizar ajustes si hay signos de intolerancia, bajo peso o problemas digestivos.