Por supuesto, el ejercicio físico permite quemar calorías y como consecuencia de ello favorece la pérdida de peso, lo que lo hace indispensable en cualquier tratamiento del sobrepeso y de la obesidad. Pero sus efectos sobre la salud van más allá de la simple pérdida de grasa, poder adelgazar manteniendo e incluso incrementando la masa muscular, mejorar la función respiratoria y del sistema osteomuscular o ganar en fuerza, resistencia física, coordinación y flexibilidad.
El ejercicio físico realizado de forma rutinaria también es bueno para el sistema cardiovascular, al reducir la presión arterial y los niveles de azúcar y colesterol en sangre. Y, por si todo esto fuera poco, tiene efectos benéficos el sistema inmunológico, la función mental, mejora la autoestima, produce una sensación de bienestar, euforia y optimismo, reduce la ansiedad y el estrés, previene los estados depresivos y aumenta la libido.
Son tantos los beneficios que aporta a la salud física y mental que los médicos consideran al ejercicio físico realizado de forma habitual como una droga milagrosa. Los expertos estiman que el sedentarismo está en el origen de entre el 9 y el 15% de los fallecimientos que se producen en los países desarrollados.
No en vano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que contribuye al 17% de las enfermedades del corazón y diabetes, el 12% de las caídas de los ancianos, y el 10% de los casos de cáncer de mama y colon. Además, previene la osteoporosis, el insomnio o la depresión e induce una clara mejoría en numerosas enfermedades, incluidos algunos tipos de cáncer, como el colorrectal o el de próstata.
Ejercicio físico y cerebro
Se ha podido demostrar que, si se realiza de forma regular, el ejercicio físico favorece la creación de nuevas redes neuronales y mejora la función cognitiva, hasta el punto de que en las personas mayores puede frenar e incluso revertir el deterioro cognitivo, pues tiene efectos neuroprotectores frente a enfermedades neurodegenrativas y neuromusculares. En niños y adolescentes mejora la capacidad intelectual y el rendimiento escolar, al promover el desarrollo del hipocampo, del que depende la capacidad de aprendizaje.
Todo ello se debe a que, además de incrementar el flujo de sangre y oxígeno al cerebro, induce un aumento de ciertos neurotransmisores (serotonina, dopamina, glutamato, noradrenalina, etc.) que son fundamentales en el mantenimiento de la función cognitiva. También aumenta la secreción de endorfinas que, además de generar sensación de placer y euforia, modulan el dolor.
Rendimiento laboral
No cabe duda de que el ejercicio físico es una fuente de salud y contribuye de forma determinante a aumentar la calidad y la esperanza de vida. Hasta tal punto que cada vez son más las empresas que promueven entre sus trabajadores programas de actividad deportiva, ya que aumenta la motivación y la actitud en el trabajo, así como el rendimiento laboral, reduciendo el absentismo y mejorando el ambiente de trabajo.