La articulación temporomandibular es la que une la mandíbula con el lateral de la cabeza y es fundamental en el habla, la masticación, el tragar, etc. Sin embargo, cuando el disco articular no se encuentra en su posición correcta esta articulación no funciona con normalidad y su disfunción afecta a los músculos ligados a ella generando tensión, inflamación e incluso dolor.
Causas de la disfunción temporomandibular
Las causas de una disfunción temporomandibular pueden ser muy variadas:
- Existencia de una maloclusión, es decir, un defecto en la alineación de los dientes.
- Bruxismo.
- Traumatismo que resulta en el desplazamiento del disco articular.
- Estrés.
- Tensión emocional.
- Contractura muscular.
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Tratamientos dentales mal realizados.
Síntomas de la disfunción temporomandibular
Aunque algunas personas con disfunción temporomandibular no presentan ningún síntoma, hay una serie de signos que pueden delatar su existencia:
- Chasquidos al abrir la boca.
- Desgaste de dientes.
- Tensión muscular en la zona.
- Dolor de cabeza.
- Despertar con la mandíbula dolorida.

Cuando la disfunción se agrava los síntomas son más apreciables e incluso pueden llegar a ser muy invalidantes, dificultando el habla y la masticación y deglución de alimentos:
- Dolor que irradia desde la mandíbula hacia el oído, el ojo o el cuello.
- Dolor agudo o crónico.
- Sensación de rigidez en los músculos que mueven la articulación.
- Pérdida o dificultad de movimiento de la mandíbula.
- Cambios en la alineación de los dientes, tanto superiores como inferiores.
- Chasquidos dolorosos al moverla.
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Zumbidos o pitidos.
La disfunción temporomandibular, por otra parte, puede causar problemas funcionales en los músculos, bruxismo y vétigo o acúfenos, además de pérdida auditiva, sensación de adormecimiento y falta de sensibilidad en la cara, alteraciones de la vista y neuralgia del trigémino.
Tratamiento de la disfunción temporomandilbular
Hay que tener en cuenta que la disfunción temporomandibular, a pesar de que se estima que afecta a aproximadamente al 30% de la población, está generalmente infradiagnosticada, ya que sus síntomas muchas veces se achacan a otras patologías y es necesario realizar una serie de pruebas específicas para su correcto diagnóstico: ortopantomografía, análisis oclusal, resonancia magnética o pruebas neurofisiológicas.
No obstante, el tratamiento dependerá de la causa, ya que en algunos casos basta solucionar el problema de origen para resolver la disfunción y sus síntomas. También puede ser necesaria la utilización de férulas de desprogramación muscular o fisioterapia. Pero, en general, el abordaje terapéutico se centra en el abordaje del dolor, que puede llegar a ser insoportable, especialmente si hay afectación del trigémino. Para ello existe todo un arsenal de fármacos que abarcan analgésicos, relajantes musculares y antiinflamatorios.
Raramente es necesaria la cirugía para tratar una disfunción temporomandibular, pero cabe la posibilidad de tener que realizar una artrocentesis para limpiar la articulación de adherencias y fibras. En ocasiones incluso puede ser necesaria un procedimiento de cirugía abierta e incluso la colocación de una prótesis.