Esto explica una de las conclusiones más importantes del estudio Framingham sobre los factores de riesgo cardiovascular, en el que se constata que por cada diez cigarrillos diarios que se fuman la mortalidad por enfermedad cardiovascular aumenta un 18% en los hombres y un 31% en las mujeres. Las principales patologías cardiovasculares producidas por el tabaco son la angina de pecho, infarto de miocardio, muerte súbita e ictus.
Los componentes tóxicos del humo del tabaco actúan de distintas maneras sobre el aparato circulatorio:
- Favorecen la dislipemia, disminuyendo el colesterol HDL y aumentando el LDL y los triglicéridos.
- Deterioran la vasorreactividad.
- Causan un aumento de la agregación plaquetaria, y de la viscosidad de la sangre, favoreciendo la trombosis.
- Limitan el aporte de oxígeno a las células.
- Favorecen la producción de grasa central.
Cardiopatía isquémica
Se estima que el tabaquismo causa el 29% de la mortalidad por enfermedad coronaria. Los fumadores tienen un 70% más de probabilidades de sufrir una cardiopatía isquémica mortal, y un 200% de padecer una cardiopatía isquémica no mortal. En términos prácticos ello supone que los fumadores sufren el infarto aproximadamente ocho años antes que los no fumadores, y presentan muchas más posibilidades de que se repita si no dejan de fumar. Asimismo, está demostrado que el tabaco acelera la progresión de la arteriosclerosis coronaria.
Enfermedad cerebrovascular
El riesgo de accidente cerebrovascular o ictus en los fumadores es un 50% superior al de los no fumadores y está asociado al número de cigarrillos diarios consumidos. Además, en los fumadores de mediana edad con hipertensión arterial el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular se multiplica por 12. Sin embargo, este riesgo se reduce al dejar de fumar hasta igualarse al de los no fumadores en un plazo de 10-15 años.
Arterioesclerosis
La nicotina y el monóxido de carbono son los componentes del humo del tabaco más dañinos para al aparato circulatorio, ya que se acumulan en la sangre e inducen la formación de placas de ateroma y con ello el progresivo endurecimiento de las arterias, causando la arterioscleroris.